viernes, 17 de septiembre de 2010

MADE IN CHINA

   

    Me crié en el jerezano y castizo barrio de San Pedro, allí todas las mañanas mi madre salia a "hacer los mandaos", compraba los productos llamados entonces de ultramarinos en el almacén de Manolo, que hacía esquina entre la calle Bizcocheros y Valientes,. La tienda llena de sabor a otros tiempos era un alarde de tradición, con su mostrador de madera, su viejo peso color blanco,  su gran reloj sobre la puerta parado desde tiempo inmemorial, sus vencidas y repintadas estanterías donde se acumulaban los productos de siempre, sus casilleros para las legumbres, el azafrán y otras especies con su pequeña pala; sobre el mostrador una bola de cristal de donde salían bolitas de caramelo y otro recipiente con caramelitos de miel, regalo seguro del tendero Manolo a los niños del barrio. Presidiendo la estancia un gran letrero con la inscripción "Viuda de Fernando de Juan" propietaria que fuera del establecimiento de la que Manolo, el tendero de blanco pelo y lápiz en la oreja, era familia.
   
   Allí se compraban las cosas "de almacén", enfrente en el refino las de coser, en la pescadería de Pepe Fuentes, en la esquina con Morenos, los productos del mar, en la otra esquina la carnicería de Pepito con su permanente olor a exquisitos chicharrones; en el Istmo, frente a la misma calle, la fruta, al lado en la tienda de Ferrera se encuadernaban  los tebeos del Capitán Trueno y El Jabato; los mismos que comprábamos en la tienda de Carmen; un poco más adelante, en la recoba de Paquita, los huevos y los pollos, los zapatos para los niños en Bambino frente a Antona de Dios, donde el Perla tenía su bar, la sastrería la llevaba Enrique Otero, el bazar se llamaba Bizcocheros, los otros almacenes de fama eran los de Domingo Andrades y Paulino, los dulces en La Holandesa, y además la farmacia, el estanco, el tapicero, el zapatero remendón, el barbero, etc,etc,etc,. Cada uno tenía su pequeña tienda, cada uno con su trato directo donde lo más importante no era vender, sino vivir el comercio como un lugar de encuentro entre los vecinos, hablar de las cosas que pasaban, de los hijos, de lo que se pensaba poner de comer aquel día o de por quien redoblaban las campanas aquel día en San Pedro.
   
   Todo esto se acabó, llegaron las grandes superficies comerciales para comprar comida y llegó el bazar oriental para el resto, los famosos chinos. Se comenzó con las tiendas de veinte duros, donde  había de todo un poco, seguimos con los bazares de aquellos que venían de África buscando un sustento de vida y hemos llegado al Made in China, macro comercios con infinitas estanterías con precios realmente más baratos y productos de todo tipo, un solo local con mercancías hasta en el techo, con suelos que delatan que antes aquello tuvo distintas dependencias, con los mismos productos aquí que en Pekín.
   
   Cambiamos hace tiempo el "arropuchero", la "piriñaca" y "las poleá" por rollitos primavera, arroz a las tres delicias y salsas agridulces. Cuando en nuestro país los más parecido a un oriental era Juanito Valderrama, encontramos dependientes orientales por todos lados, cuando en Jerez los únicos chinos tradicionales eran los de la Plaza Arenal con los dibujos que diseñara González Ragel, ahora todo se compra en este tipo de negocio porque el que busca siempre encuentra lo que quiere y además más económico. Cuando  aquello de Made in Japan nos sonaba a chino, ahora todo viene más allá de las famosas murallas, hasta en la ropa se ha impuesto los kimonos y las cómodas chanclas, todo ahora procede de los chinos, occidente es cada vez más oriente y oriente dicen que cada vez se occidenta más.
   
   Por eso entre tanta globalización, no hay nada  como el recuerdo que todos guardamos como un tesoro, de aquellos comercios tradicionales de barrio cuando cogidos de la mano de nuestra madre,  esperábamos llegar a uno de esos tradicionales almacenes donde uno de tantos Manolos, con su bata color "cacaniñochico"y su lápiz en la oreja,  nos regalaba, junto con una sonrisa, un caramelito de miel.

(Artículo publicado en Jerez Información el 14 de agosto de 2010)






 El rincón de mis recuerdos con el viejo almacén de Manolo en el que duermen tantas vivencias de vecinos tras unas puertas hoy tapiadas de ladrillos

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