martes, 22 de febrero de 2011

EL ÚLTIMO TERREMOTO


             El 1 de noviembre de 1.755, tuvo lugar el último de los grandes terremotos sufridos en la Península Ibérica. Aquella mañana, Lisboa se derrumbó como consecuencia del movimiento sísmico, teniendo que ser reconstruida, casi al completo, por el marqués de Pombal, uno de los grandes estadistas de la nación portuguesa.
El terremoto de Lisboa  es el más notable de la historia.  Se produjeron dos sacudidas violentas poco antes de las 10 de la mañana y otra alrededor del mediodía. El aire se impregnó de polvo procedente de cuantos edificios quedaron destruidos y se originaron numerosos incendios. Poco después de las dos primeras sacudidas, el mar se retiró de la costa y regresó con enorme ímpetu en tres grandes olas de 5 a7 metros de altura, lo que completó la destrucción de la ciudad y produjo la muerte de muchas personas. Las olas del mar, en movimiento centrífugo, bañaron las costas del norte de Africa, de Europa occidental, de las islas del Atlántico y de las Antillas. Se produjeron variaciones en el nivel del agua de lagos de Inglaterra e incluso de Finlandia a una distancia de 3.540 km. de Lisboa. Causó una impresión profunda en el mundo civilizado y fue considerado como un castigo divino.
Los efectos de este temblor aIcanzaron nuestras costas más cercanas; en Cádiz, se destruyen 16 naves, el agua inundó parte del barrio de la Viña y dejó aislada a Ia ciudad aI cortar el camino con la Isla de León, causando, igualmente, numerosos fallecimientos. Chipiona quedó parcialmente inundada cundiendo el pánico por toda la ciudad; viéndose afectados numerosos edificios en toda la provincia.
Jerez, fue víctima también de aquel fenómeno natural tan poderoso como terrible. Una de las iglesias más dañadas por este terrible suceso fue la de San Mateo, las bóvedas de la nave quedaron agrietadas y el campanario destruido. Santiago y otros templos cercanos también se resintieron del terremoto y toda la ciudad quedó sorprendida y asustada por la fuerza de la sacudida.
El pasado lunes padecimos el último terremoto con epicentro en el suroeste del cabo de San Vicente, en Portugal, un terremoto que se sintió en una buena parte de España, con dos réplicas que según explicaron los expertos "entran dentro de la normalidad en este tipo de sucesos", aclarando que "cuando hay pequeños seísmos es buena señal, porque se alivian las tensiones dé la falla poco a poco, así el movimiento es poco a poco y no de golpe". A pesar de todo, el terremoto de 6,1 grados de magnitud que se sintió el pasado lunes, provocó en Sevilla el desalojo de varios edificios públicos y la suspensión de juicios en la Audiencia Provincial.
La naturaleza a veces pasa factura, por ello es necesario que desde todos los estamentos se vuelquen los esfuerzos para prevenir cualquier tipo de fenómenos de esta índole, para que la sociedad se sienta segura ante fenómenos naturales de tal magnitud, para que los expertos e investigadores, geólogos de todo el mundo, encuentren el apoyo necesario para prevenir, en la medida de lo posible, estas catástrofes que , peligrosamente, cada vez vemos con más asiduidad, especialmente en zonas tropicales.
La zona atlántica frente al cabo de San Vicente, suroeste de Portugal, es una de las de mayor actividad sísmica del planeta, por ello debe ser centro de prevención del mundo entero, especialmente de los paises limítrofes. Ias naciones no tienen por qué vivir sobresaltadas ante fenómenos de esta naturaleza que son los que verdaderamente perjudican a la humanidad; los gobiernos tienen la obligación de velar por la seguridad y la sociedad de exigirlo. De nada sirve perderse entre leyes abortivas en  Portugal o campañas electorales en España, si la sociedad en general no le presta la debida atención a los peligros naturales. De la catástrofe del terremoto de Lisboa tuvo culpa la propia naturaleza, de la de los terremotos de hoy quizás no podamos decir lo mismo.
(Artículo publicado en Información Jerez el 17 de febrero de 2007. En este mes de febrero de 2011 un nuevo terremoto ha azotado el mundo en este caso causando 65 muertos en Nueva Zelanda).

Aspecto del interior del templo de San Mateo a mediados del pasado siglo XX. Esta iglesia fue una de las más afectadas en Jerez  por el terremoto de Lisboa de 1755



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