viernes, 4 de febrero de 2011

SANTA MARÍA DEL ALCÁZAR



     A raíz de la petición remitida al Papa Benedicto XVI, por parte de la Junta Islámica de España, solicitando que los musulmanes puedan compartir con los cristianos el rezo en la Catedral de Córdoba, el colectivo musulmán de Jerez planteó el pasado mes de diciembre, la posibilidad de llevar a cabo, eventualmente, las oraciones islámicas de los viernes en las instalaciones del conjunto monumental del Alcázar jerezano, concretamente en la antigua mezquita, recinto que es, desde hace siglos, Real capilla de Santa María del Alcázar.
La antigua mezquita almohade fue convertida al culto cristiano, por el Rey Alfonso X el Sabio, tras la primera conquista de 1255. Según el historiador Hipólito Sancho, después de la organización parroquial de Jerez y de los dos monasterios mendicantes, Alfonso X cuidó de organizar y enaltecer este pequeño santuario mariano, fundación suya, la, también llamada, capilla de Santa María la Real. Su historia, en buena parte, nos la ha dejado el Rey fundador al contar poetizándolo, ciertos episodios bélicos, que dio ocasión a manifestarse el poder intercesor de la imagen de la Virgen allí venerada, y recordar en otras de sus famosas cantigas, milagros sonados de la misma que mantenían en torno a ella el fervor popular. Por lo que Santa María del Alcázar constituye el alfa de toda la serie de advocaciones marianas, veneradas, a partir de entonces, por el pueblo jerezano.
Esto sería bastante para merecer este santuario mariano un lugar destacado en el culto católico de nuestra ciudad. Pero fue el propio Rey el que instituyó numerosas prebendas para este lugar sagrado; establece solemne misa de Santa María todos los primeros sábados de mes, con asistencia de los canónigos de San Salvador y los beneficiados de todas las parroquias, funciones y aniversarios de la familia real e incluso Enrique IV nombró un capellán real para Santa María del Alcázar, por ser la primera gran devoción mariana de los jerezanos, mucho antes del patronazgo de las imágenes de Nuestra Señora de Consolación y de la Merced.
Hay motivos para dudar que la actual capilla del Alcázar sea la primitiva mezquita afectada al culto católico al tiempo de la primera ocupación de Jerez, aunque es posible sea aquella profundamente alterada; de lo que no cabe duda es de la desaparición de la primitiva imagen de talla, que fue reemplazada en los albores del seiscientos por un lienzo alusivo a la protección de la Virgen a los jerezanos en su lucha por la cristianización, lienzo que también desapareció, como la pequeña imagen que hasta hace poco presidía su retablo central.
El recinto monumental del Alcázar jerezano ha pasado por numerosas vicisitudes, desde legendarias e históricas gestas hasta aposentos de los Reyes Católicos, ha sufrido abandono y ha tenido distintos propietarios hasta que finalmente fue adquirido por nuestro Ayuntamiento, restaurándolo para convertirlo en el gran reclamo turístico de la ciudad, por cuanto interés histórico-artístico contiene.
La Real capilla de Santa María del Alcázar hace mucho tiempo que perdió su intensa actividad cultual, últimamente se ha celebrado alguna Eucaristía por el rito mozárabe y su recinto ha servido como sala de exposiciones, como marco para el Belén municipal, como salón de actos para conferencias, pregones, etc., alejándose, por completo, de su antiguo esplendor como primer santuario mariano de Jerez.
Ahora, que se vienen fundando nuevas hermandades y asociaciones religiosas sería justo históricamente que, alguna de ellas, tomase como titular la advocación de Santa María del Alcázar o Santa María la Real, por cuanto significa este título para la devoción mariana de la ciudad y dejar la capilla del Alcázar como, lo que es, testigo mudo de otros tiempos y muestra palpable de nuestra rica historia.
(Artículo publicado el 20 de enero de 2007. Hoy se ha conocido la noticia que la Fiscalía de Córdoba ha solicitado penas  a raiz de los incidentes ocurridos la pasada Semana Santa en la Mezquita-Catedral por este motivo.)



Belén instalado por Pepe Guerra en la mezquita del Alcázar a principios de la pasada década de los ochenta






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