martes, 17 de mayo de 2011

UN COSO CON HISTORIA


“De la calle vendrá quien de mi casa me echará” sería la frase que aplicaría nuestra plaza de toros a las inmobiliarias que apuestan por levantar muros de hormigón donde antes sonaron pasodobles toreros y palmas por bulerías, donde caballos bordaron requiebros y ganaderos alcanzaron renombre, donde se dio la mano el arte con la tragedia, la bravura con la nobleza, el espectador con el aficionado.
La plaza de toros de Jerez ya estaba allí en los medios de aquellos terrenos conocidos como la Huerta de Terry mucho antes que existiera la Barriada la Constancia, la Barriada España, el "sol y sombra", el "tendido 6", el párroco de Fátima y hasta el Sr. Willians cuidando sus bellos jardines. Su historia se remonta a1872 cuando el reconocido arquitecto José Esteve y López edifica el actual coso taurino para sustituir el anterior de 1840 desaparecido por un incendio. En 1891 vuelve a incendiarse destruyéndose su interior que es reconstruido por otro prestigioso arquitecto Francisco Hernández Rubio que, respetando lo realizado por José Esteve, añade algunas piezas características de su obra y de la época, tales como los elementos de hierro construidos por la fundación Gutiérrez y Compañía.
En su exterior la plaza de toros jerezana nos muestra un aspecto clásico siguiendo las líneas empleadas por el arquitecto Esteve en otros edificios de la ciudad, especialmente en el Mercado de Abastos. Ia nobleza de la piedra y la armonía de su trazado, que hace girar todo en torno a su puerta principal, la de los grandes momentos de gloria, dan al edificio gran empaque jerezano y un cierto aire bodeguero que armoniza perfectamente con esas construcciones que aún permanecen en pie y le hacen escolta en plena calle Circo.
Nuestra plaza de toros es un edificio centenario, representativo de una época constructiva de nuestra ciudad y lleno de historia y tradición. Debe, por lo tanto, ser conservado, restaurado y mimado como parte incuestionable del patrimonio artístico y monumental de la ciudad, y creo que sería un error urbanístico irremediable optar por su traslado y menos aún por su derribo, sería repetir el desgraciado atentado patrimonial cometido a mediados del siglo XX cuando ciertos entendidos optaron por dejar mutilada nuestra Plaza de Abastos para levantar un nuevo edificio pobre, de dudoso gusto y nada acorde con el entorno.
Si es verdad que el emblemático edificio de la plaza de toros merece mejor cuido y una mayor actividad, es inconcebible que se tenga que utilizar una endeble y portátil plaza de toros, como la de Chapín, para festejos taurinos, existiendo este singular coliseo, cuando todo la actividad taurina jerezana podría centrarse aquí, e incluso, acondicionando su interior, acoger tanto el museo taurino, como sede para peñas, sala de conferencias y otros aspectos relacionados con el mundo de los toros.
Pero esta inactividad no obliga a que haya que pensar en su desaparición y menos por cuestiones especulativas porque, entonces, también peligrarían otros edificios de reconocida importancia, situados en revalorizados terrenos, incluso en pleno centro, que no tienen más uso que el mantenimiento de sus propietarios. Al estar en manos privadas, ser monumentos notables y formar parte inseparable de un espacio público que resulta inconcebible sin esas construcciones que lo definen. Este tipo de edificaciones necesita de un estudio para que tanto Jerez como sus propietarios salgan beneficiados.
La plaza de toros de Jerez por su historia, valor arquitectónico, tradición y enclave es insustituible y ante cualquier movimiento especulativo debe ser indultada como esos toros que permanecen quietos, sin esperar ningún tipo de suertes, en cada uno del os azulejos externos que recuerdan que, un día, ganaron el mejor concurso público que cualquier ser vivo puede vencer, el de librarse de la propia muerte.
(Artículo publicado en Información Jerez el 1 de octubre de 2005. Afortunadamente las intenciones especulativas con el coso de la calle Circo no se cumplieron y hoy nuestra secular plaza de toros sigue acogiendo, cada Feria del Caballo, sus festejos taurinos.)


Interesante fotografía aérea del año 1920, en el que podemos ver a la plaza de toros de Jerez rodeada de un espacio urbano completamente distinto al actual. Ni la barriada España ni la de la Constancia habían sido aún construidas en los antiguos terrenos de la Huerta de Terry, predominaban en el lugar los cascos bodegueros y, en un ángulo superior, se puede apreciar el antiguo cementerio de Santo Domingo.

En esta otra instantánea de mediados del pasado siglo XX ya podemos ver, junto ala plaza de toros la nueva barriada de la Constancia, el Instituto Coloma, algunos edificios de la Avenida A. Domecq y el cementerio de Santo Domingo que todavía no había sido desmantelado.


La plaza de toros de Jerez, unos años después, con un lleno "hasta la bandera" utilizando un término taurino





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