miércoles, 1 de junio de 2011

UNA PALOMA BRAVA SOBRE JEREZ


EN EL QUINTO ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE ROCÍO JURADO
El cante hecho arte no llega a su destino si antes no pasa por Jerez, al igual que el toreo tiene que pasar por la Maestranza sevillana para consagrarse, el arte siempre busca la forma para hacerse presente en Jerez, por las causas más inverosímiles. Jerez desde el comienzo de su historia ha dado cobijo al arte y el pasado jueves fuimos testigo de ello, el arte hecho prodigio en la universal voz de Rocío Jurado, no pudo llegar a su destino sin antes pasar por Jerez.
Fue una paloma brava como esas que revolotean por las Angustias y se asoman ante la Señora de los siete cuchillos, como esas palomas que se posan en la portada de Cristina de Santo Domingo para cobijarse junto a ese azulejo de esa otra Paloma Blanca de fervores rocieros, la que en la noche del jueves recogió sus alas para despedirse de esta tierra jerezana que tanto sabe de arte. Fue una paloma la que el jueves pasó por Jerez camino de Chipiona para dormir aquella noche junto a la Virgen de Regla, la que "la villa de Chipiona, tan ilustre como atenta, en sus fiestas siempre ostenta, el honrarte por Patrona".
Rocío Jurado, la paloma brava, hizo su último viaje entre Madrid y su Chipiona natal y antes de llegar a la villa marinera, paró en Jerez, como los ilustrados y románticos escritores del siglo XIX, de tapadillo pero impregnando de cultura las tierras que pisaban. Así fue su travesía, derramando arte desde La Parra hasta Las Tablas.
La brava paloma pasó casi volando por nuestra ciudad pero dejando un reguero artístico y, a su vez, un cariño jerezano en cuantos la conocieron y la admiraron, fue, precisamente, en esta tierra, en su teatro Villamarta, donde recibió su último homenaje. Un adiós con sabor a despedida, como la paloma que se despide abriendo sus alas al viento en señal de libertad. Porque la artista chipionera si de algo podía presumir era de ser libre como la paloma, como el mismo aire era libre, como el vagabundo era libre, como la hoja seca era libre y si no a ver quién tiene la bravura de gritar cantando, en medio de tanto afán de desmantelamiento, "No me gustan los hombres que se callan y rompen mi tierra en voz baja. Soy de España. Siempre miro de frente. Soy de España" y la valentía, en el mundo de fe vergonzante que hoy vivimos, de elevar su voz sobre un escenario, dirigiéndose a ese Señor con mayúsculas, ante miles de personas de todas las convicciones y creencias: "Creo en ti Señor, porque quiero creer, porque sin ti no vivo, ni tengo esperanza y me siento perdida". Que aprendan muchos personajes públicos y políticos a ser consecuentes con sus principios, porque defendiendo claramente y sin tapujos las convicciones personales, como hizo ella, es como se llega a los demás.
La fe, la españolidad y el andalucismo de Rocío Jurado eran admirables, el crucifijo, la bandera española y la andaluza han sido sus últimos acompañantes, y la Virgen siempre presente en su devoción como digna hija de esta tierra de María Santísima, algo que ella amó en la distancia y en el tiempo, a puro grito y en silencio.
Algo de culpa de esa fe tan brava la ha tenido nuestro párroco de San Miguel, y con él una familia cristiana que supo imprimir unos valores que han sido fundamentales para alguien que lo ha tenido todo pero que sin ese bastón de su fe en Dios, según sus propias palabras, no hubiese sido nada.
La paloma brava se ha ido, haciendo una protestación de fe, ahora la paloma revolotea entre las palmeras que escoltan la capillita del Cristo de las Misericordias, aquel que libró a Chipiona del maremoto de Lisboa, y la plaza del Padre Lerchundi donde habita su Virgen Morena, ahora que ya ha pasado a ocupar una página de lujo del libro de oro del cante y de la copla, ahora que esa paloma no volverá a pasar más por Jerez, esa fe admirable será un aval muy importante para que, ahora, nadie pueda apartarla de Él, porque ÉI, con mayúsculas, le dijo un día que era libre, como la Blanca Paloma era libre, como el aire de Chipiona era libre y ella le creyó.
(Artículo publicado en Información Jerez el 3 de junio de 2006 con motivo del fallecimiento de Rocío Jurado)

Una jovensísima Rocío Jurado en una actuación del Festival de Jerez, documental recogido po RTVE.



En el año 1976 Rocío Jurado contrae matrimonio con el boxeador Pedro Carrasco, la ceremonia religiosa tuvo lugar en el santuario de la Virgen de Regla de Chipiona y la celebración posterior en una bodega jerezana.


Imagen más reciente de Rocío Jurado en Jerez durante el rodaje de la película "La Lola se va a los Puertos"



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