domingo, 31 de julio de 2011

EL VILLAMARTA


Hay espacios en la ciudad que parecen que están abocados al infortunio y uno de estos es el que hoy ocupa el teatro Villamarta. Allí en 1550 la Hermandad de la Vera-Cruz solicita a Roma se le reconozca la propiedad sobre unos terrenos en la calle Medina para edificar, a sus expensas, una iglesia y un hospital. La pequeña iglesia se construye entre 1551 y 1559, y es cedida, por parte de los cofrades, a los frailes Terceros de San Francisco, para que ocupen las funciones de capellanes. Tras sufridos avatares este lugar se convierte, con el paso de los años, en un importante centro de devoción de la religiosidad jerezana, principalmente por el fervor que despertaba en la ciudad la veneración a la Virgen de la Lágrimas. Pero aquello tendría sus días contados pues en 1868 se produce la revolución contra Isabel II, que fue destronada, formándose en Madrid un gobierno provisional que en Jerez tuvo como consecuencia, algo que se hizo famoso en toda España, el derribo de iglesias, murallas, puertas, etc. Entre estos derribos se encuentra el del antiguo convento de Terceros de la Vera-Cruz, cebándose el infortunio sobre un monumento que, por su historia y arte, hoy estaría sumamente protegido, recordemos que entre sus enseres se encontraba el valioso retablo barroco de Alejandro de Saavedra, costeado por el duque de Veragua, para la Virgen de las Lágrimas.
           En el solar de aquel viejo convento, gracias a la iniciativa del entonces alcalde de Jerez don Álvaro Dávila y Agreda, marqués de Villamarta, y el apoyo de Miguel Primo de Rivero, entonces al frente del gobierno de la nación, se levanta entre 1927 y 1928 el gran coliseo jerezano denominado desde siempre como el Teatro Villamarta.

Desde sus inicios este teatro ha sido un orgullo para la ciudad y un prestigio para toda compañía, artista o relevante figura que ha pisado sus tablas. Pero también ha sido víctima del maleficio que parece recaer sobre este espacio urbano pues, tras distintas épocas de esplendores, no es la primera vez en el que el coliseo jerezano ve caer sobre él la sombra del cierre y el abandono. Acaban se saltar las alarmas, la crisis ha recortado las ayudas de la Junta de Andalucía y Gobierno en más de un 50%, mientras el Ayuntamiento no cubre los gastos fijos de un teatro con más de 2 millones de déficit, duplicando el pago que el propio municipio invirtió por su compra.
            Cuando parecía que en sus 85 años de historia el Villamarta se había consolidado como la gran oferta cultural y festiva de ciudad, que su reapertura en 1996, tras diez años de lucha, desde su último cierre, había supuesto una apuesta segura para mirar a su futuro sin temores, llega ahora esta complicada situación que puede desembocar en un nuevo cierre.

Llega por tanto la hora de volver a hacer notar la voz de la ciudadanía, como ya se hiciera en su momento, para buscar los causes que eviten el temido cierre y potencie la oferta cultural del mismo. Las primeras voces ya se han pronunciado reclamando iniciativas que apuesten por un teatro de tanto prestigio y que tanto ofrece a la ciudad.
            La historia nos ha dado la oportunidad de no repetir, lo que nunca debió de permitirse, el derribo de parte de nuestra historia. Villamarta surgió desde las cenizas del histórico convento de la Vera-Cruz, donde con tanta devoción acudían los jerezanos para rezar a la Virgen de las Lágrimas, la misma que dio nombre a la cercana calle de Santa María y la misma que tuvo que abandonar su casa de siempre por la propia incomprensión y el desinterés a nuestro patrimonio histórico, artístico y espiritual. Que no haya que esperar ahora a un milagro para que el Villamarta siga abriendo su portentoso telón que nos hace embutirnos en la magia de su grandiosidad.

            (Artículo publicado en Información Jerez ayer sábado 30 de julio de 2011)

 Derribo de los restos del convento de la Vera-Cruz para la construcción del Teatro Villamarta


Obras de construcción del Teatro Villamarta


El afamado teatro jerezano en una estampa de mediados del pasado siglo, habilitado como sala cinematográfica
      

sábado, 30 de julio de 2011

LA PLAYA DE JEREZ


        Existe un Jerez de puertas hacia adentro y un Jerez más allá de la Parra, allí donde El Cuervo se disputaba una calle para Jerez y otra para Sevilla; un Jerez que llega hasta una puerta de su nombre donde Sevilla empieza a ser centro, entre Jardines de Cristina, grandes palacios, viejas murallas, hermosa fuente y el arranque de una larga calle, llamada Avenida de la Constitución, que acaba en la principal plaza de la ciudad ¡Qué casualidad y que de similitudes entre la Puerta de Jerez de Sevilla y la Puerta de Sevilla de Jerez!
        Existe un Jerez que se prolonga hasta la capital del reino en donde unos jerezanos en la diáspora se encargan de que los olores de las vides de nuestra tierra lleguen al cargado ambiente madrileño.

        Y existe un Jerez que se estira hacia la sierra, haciéndose presente en el monumental Arcos entre recuerdos de un Obispo cosido al Evangelio y antiguos pasos de una añorada Semana Santa jerezana. Y existe, también, un Jerez camino de Medina, unido por la historia episcopal y por fincas de renombre. Y ¡cómo no! un Jerez sanluqueño con recuerdo de veraneos antiguos, de valioso retablo mayor donado a la cartuja jerezana para paliar los desaguisados desamortizadores, un Jerez presente en aquella calle del barrio alto donde se une la capillita de San Miguel con la portentosa iglesia de la O y el palacio ducal.
        Pero, sin lugar a dudas, donde Jerez se siente más Jerez fuera de su casa es en la Playa de Valdelagrana. La portuense Playa de Valdelagrana es para Jerez como ese sobrino que por no tener hijos se considera como tal, es esa casa que si estuviera en venta se compraba aunque su precio sea desorbitado, pero su valor sentimental lo merece. La Playa de Valdelagrana es para Jerez su asignatura pendiente, esa hija adoptiva que hubo que dejar porque tenía padres.

        Valdelagrana desde que solo era un trozo de playa entre un reducido espigón que se podía cruzar para ver el monumento a la Virgen, hasta el único bar de mampostería, que aún perdura de aquellos otros de tablas que con sus sombrajos eran un oasis en los días de levante.Desde entonces, desde que existían casetas, unas con grifos y otras no, desde que aún no se habían conmemorado los veinticinco años de paz, dando nombre a la principal avenida, cuando el Puertobahía y el paseo marítimo no eran ni siquiera proyectos, ya los jerezanos cogían sus bártulos y empinando una peligrosa cuesta del chorizo, dejando al lado el río Guadalete a su paso por el Puerto de Santa María, que servía, además, para saber si la marea estaba alta o baja, emprender el antiguo camino que desembocaba en una explanada que aún recuerda sus viejas duchas y su primitiva caseta de información.
       
        Hoy Valdelagrana ya no es la playa de las hamacas de madera, de las casetas con celosías en su parte superior o aquellas otras con añadidos de caña o de esterones, no es la playa de Luis, el gitano, vendiendo peines y tabaco en improvisado puesto montado en la mesa de un chiringuito, ni de los carteles grandes de "prohibido jugar a la pelota" donde se amarraban los bidones de basura para que no se los llevara la marea, hoy VaIdelagrana es una moderna y extensa urbanización que en verano alcanza una población mucho mayor que grandes ciudades españolas, pero que en el fondo guarda ese sentido de tierra prometida, aquella que, de niños, presentíamos desde los paseos de la Alameda Vieja, donde se huele el mar, soñando que un día solo tuviéramos que bajar la Alcubilla para adentrarnos en sus finas arenas.

          Valdelagrana siempre ha estado demasiado cerca pero a  la vez demasiado lejos de Jerez, demasiado cerca para hacer del roce el cariño, pero demasiado lejos para creérnosla nuestra. Valdelagrana es la playa de Jerez, porque parte del corazón de esta ciudad está allí, en aquel trozo de mar que le regaló a esta tierra jerezana una brisa apresurosa que galopa y corta el viento cuando pasa por El Puerto caminito de Jerez.
        
          (Artículo publicado en Información Jerez el 13 de agosto de 2005 y dedicado, en estos días de vacaciones, a todos aquellos que hacen de Valdelagrana su segunda casa)
Valdelagrana años cincuenta

Valdelagrana principio de los setenta

Valdelagrana años ochenta





jueves, 28 de julio de 2011

ESTATUT SANTIAGUERO


Cataluña ha conseguido sacar adelante su estatuto de Autonomía para afianzar, en especial, su identidad y sus intereses económicos. Los autonomistas se basan en una serie de caracteres propios que identifica a Cataluña tanto histórica como culturalmente.
           En un mundo en el que todos tienden a unirse (Comunidad Europea, OTAN, mancomunidad de municipios, confederaciones, ecumenismo, etc.), hay quien sigue empeñado en ir por su cuenta y olvidar que la unión hace la fuerza.

Puesto a hablar de identidad, de historia y cultura los jerezanos podríamos solicitar un Estatut Santiaguero o lo que es lo mismo un estatuto de autonomía para el barrio de Santiago de Jerez con el fin de paliar sus muchas necesidades.
            EI barrio de Santiago de Jerez es punto de referencia en el mundo entero, quizás más conocido que algunas capitales españolas, es un emporio del arte en todos los sentidos y un foco de espiritualidad indiscutible; pero también es un barrio con numerosos problemas, problemas materiales como el cierre de su histórica parroquia, catedral de este barrio; y problemas humanos como la marginación y el desempleo que ha llevado a producir consecuencias trágicas entre sus vecinos.

El barrio de Santiago de Jerez tiene una rica historia que nace allá por el siglo XIV en un viejo arrabal extramuros de la ciudad, posee un templo catedralicio que nada tiene que envidiar a la Sagrada Familia de la ciudad condal, tiene sus patronos devocionales en el Señor del Prendimiento y en la Madre morena, al igual que sus gentes, titulada de la Merced como la Patrona de Barcelona.
             Santiago tiene su propio parlamento en esos bares de su Arco que son toda una filosofía de vida y un senado en aquellos bancos de su calle Ancha donde los mayores del barrio se sientan en las noches de verano para dictar leyes inquebrantables. Santiago de Jerez tuvo hasta su propia feria en aquella Verbena de la Hispanidad que se instalaba en sus inmediaciones, su ejército en aquel cuartel del Tempul, su Estación de Ferrocarril situada frente al bar Canalejas donde el maquinista de “La maquinilla” paraba para tomarse un vinito. Tuvo Santiago hasta su obispo en aquel padre Corona que dejó huella no solo en el barrio sino también en toda la ciudad.

Santiago tiene hasta su propia Semana Santa, el domingo el Transporte, el lunes la Candelaria, el martes el paso de los Judíos y el Amor, el miércoles su Prendimiento, el jueves la nueva Hermandad de los Salesianos, la madrugada su otro Cristo el de la Buena Muerte y el Viernes Santo el colofón con la Soledad y la Piedad.
           El barrio de Santiago de Jerez tiene calles emblemáticas como la de “Lagmercé”, la sangre, Nueva, Cantarería; Ancha o Arco de Santiago, tiene hijos ilustres del flamenco, del toreo, de la música, de las letras, en definitiva de todo lo que sabe a arte, tiene su asilo, su viejo colegio, sus antiguas murallas y hasta su monte del Calvario en una ciudad tan llana.

Santiago tiene arte porque Jerez lo parió así para que fuera embajador de la ciudad como cualquier región de nuestra nación es embajadora de España en el mundo. El barrio de Santiago jerezano abrió en 1479 sus puertas llamadas, del Olivillo, para que los Reyes Católicos entraran en Jerez, no sin antes suplicarles a los monarcas que confirmaran y juraran los privilegios de los jerezanos, solo con este requisito pudieron acceder los Reyes Católicos al interior de la ciudad.
            Los santiagueros velaron por los intereses Jerez y hoy Jerez está en deuda con ellos porque la Catedral del barrio tiene que abrirse cuanto antes y ahora hay que sumarse a esa plataforma que auspiciada desde el Obispado jerezano, pretende ser la base, como cualquier estatuto, para reconstruir lo que se ha torcido. Esa plataforma y la generosidad de todos, de seguro, harán posible que, al igual que un día Santiago abriera sus puertas a Jerez, hoy Jerez de la talla abriendo las puertas de Santiago.

           (Artículo publicado en Información Jerez el 28 de enero de 2006. Cinco años después la iglesia de Santiago sigue cerrada, motivo por el cual hoy, a iniciativa del blog Jerez, patrimonio destruido se ha realizado un acto reivindicativo que finalizó ante tan emblemático templo)

Grabado del siglo XIX del templo de Santiago y su barrio. Obsérvese en el rótulo que eleva el rango de parroquia a catedral



miércoles, 27 de julio de 2011

¿POR QUÉ SAN JUAN?


En el conjunto de templos históricos de Jerez no es la iglesia de San Juan de los Caballeros, a pesar de su antigüedad y su importancia monumental, ni la más primitiva, ni la más espaciosa, ni la que más arte atesora entre sus muros, ni la mejor situada por lo escondido de su emplazamiento, ni la más cercana a esa ciudad del flamenco en donde se le quiere integrar, ni siquiera la más emblemática dentro del mundo flamenco, ni la única que, en los alrededores necesita ayuda para arreglar los efectos del tiempo, ni la que mejor audición tiene, ni en la que más dinero ha empleado o viene empleando, el Ayuntamiento, ni la que menos horas permanece abierta de todos los templos enclavados en el casco antiguo, ni la que menos actos religiosos celebra de cuantas la rodean, ni la única que, sin ser ya parroquia, mantiene hoy cultos e imágenes de cierta veneración durante todo el año.

Entonces si San Juan de los Caballeros no es la iglesia de Jerez que más necesita salvadores por su futuro incierto como templo católico ¿Por qué San Juan? ¿Por qué nuestro Ayuntamiento se interesa por este templo para convertirlo en un salón cultural y no por otros? Quizás haya habido otras propuestas que se desconocen, pero lo cierto es que comprar un templo es algo arriesgado y más aún cuando es sede de una cofradía.

Los templos condensan gran parte de la historia de cada ciudadano, y el ciudadano desea vivir la añoranza de entrar en un templo y revivir, entre oraciones, emociones y experiencias, desea reencontrarse con su pasado, y muchas vivencias del Jerez católico aún perduran en San Juan. Entre los muros de San Juan aún resuena la personalidad del padre Castell, los acontecimientos militares de cuando era iglesia castrense, la voz de Pepe Domínguez reuniendo a capataces y costaleros ante su patrona la Madre de Dios del Rosario, los paseos de Juanelo y de Juan Pedro Bernal buscando enseres para su Hermandad del Amor, el viejo coro de las fotos de Rufino Pedrosa, los recuerdos de aquella capilla de Animas donde habitó la Amargura antes de ser la señora de la calle Medina, el revoloteo de un joven Miguel Perea y la señera presencia de un hermano Paco, Francisco Rodríguez Romero, abriendo de nuevo, con su Hermandad de la Vera-Cruz, la elegante puerta de la plaza Melgarejo.

San Juan está lleno de recuerdos para muchos jerezanos, en especial para los que vivieron aquel barrio escondido entre Justicia, Chancillería y Francos, con su plaza San Juan en el centro: donde Palomo, el de los zapatos, el tabanco de las piedras negras y Donaire daban vida a este rincón del Jerez añejo.

A nadie escapa que las necesidades pastorales de nuestra iglesia local no están precisamente en el Jerez intramuros y que, como decía el obispo Rafael, las iglesias no se pueden trasladar, desde sus cimientos, a sitios donde la demanda de atención religiosa es mayor. En definitiva, es preferible mantener el monumento en perfectas condiciones aunque pierda las funciones para las que fue levantado, a que la falta de medios haga que el deterioro sea ya irremediable. Pero existen soluciones intermedias que evitan situaciones drásticas, ni es la primera vez que se ofrecen actos culturales en lugares religiosos, como tampoco nos extraña ver celebraciones religiosas en el interior de recintos civiles. Por ello, es necesario que en estas negociaciones nadie salga perjudicado y menos aún una hermandad, como la de la Vera Cruz que, a duras penas, viene manteniendo un templo que es parte de la historia religiosa de Jerez, que abre todos los lunes para la contemplación y el rezo, que nos ofrece la belleza de lo clásico cada Cuaresma y Semana Santa, y que bastante ha pasado en sus anales con frailes y desamortizaciones civiles para que€ ahora de la calle vengan a echarles, de nuevo, de su casa, porque para los cofrades cada sede es una segunda casa, y ni los cofrades, ni ningún Evangelistas, de los cuatro que tienen casa en Jerez, merecen ser desahuciados.
(Artículo publicado en Información Jerez el 2 de septiembre de 2006. En aquel verano saltó la noticia que el Ayuntamiento jerezano estaba interesado en la compra de la iglesia de San Juan de los Caballeros para uso cultural, afortunadamente, viendo la situación municipal, la iniciativa no cuajó y el templo sigue abierto al culto católico. En estos días la Hermandad de la Vera-Cruz, que lo tiene por sede, viene acometiendo nuevas obras de mejora y mantenimiento.)
Las grúas, de nuevo a iniciativa de la Hermandad de la Vera-Cruz, han vuelto a entrar en San Juan

Señorial rincón del Jerez intramuros con el palacio de Melgarejo al fondo y la iglesia de San Juan de los Caballeros en primer término, cuando aún la Hermandad de la Vera-Cruz no había procedido a la reapertura de la puerta principal del templo.





martes, 26 de julio de 2011

AQUELLA MUJER

           
           EN LA FESTIVIDAD DE SAN JOAQUIN Y SANTA ANA

Había nacido en una familia humilde.  Su padre trabajador de bodega, quemaba sus horas para poder sacar adelante una familia de cuatro hijos. La casa escondida en el casco antiguo de la ciudad, era de típico sabor andaluz, con amplio patio, escalera de barandal de madera y galería superior, dando acceso a las distintas viviendas de los vecinos. La familia  ocupaba la vivienda frontal a la escalera. Su hogar era pequeño: dos habitaciones, la sala y la alcoba. El servicio era común y la cocina se alineaba en un oscuro corredor junto a la de las demás vecinas. En aquel hogar sencillo, se respiraba felicidad. Los chiquillos, todos pequeños, jugueteaban en la plazoleta y hacían sus travesuras en la casa, una vez escondiéndose tras las cortinas y otras probando un exquisito flan que se guardaba en aquella alacena con puertas de celosía, con el consabido destrozo de tan frágil postre.
            Los padres, de profundas creencias religiosas, querían que sus hijos fuesen educados dentro de principios cristianos. Y así, acudían todos los días a un colegio cercano que regían las madres carmelitas. En ese colegio y en su hermosa capilla, que presidía un enorme cuadro de Santa Joaquina de Vedruna, recibirían la Primera Comunión. Como era tradicional; la primera hija se llamaba como la abuela y la segunda como la madre. Esta segunda era una niña muy dicharachera, con grandes ojos negros y sonrisa en sus labios.

Un día, al llegar su padre de trabajar, y dirigiéndose a la madre, le dijo: "Coge los niños y vamos a bajar un momento, que Ramón nos va a enseñar algo". Ramón trabajaba en un viejo local, junto a la puerta de entrada de su casa, justo debajo de donde, aquella chiquilla dormía. Desde su cama oía el incesante martillear y le llegaba, por la pequeña ventana, el intenso olor a madera, a veces mezclado con pinturas. Para los niños aquello era una novedad, pues nunca se habían atrevido a penetrar en aquel taller del que de vez en cuando se veía entrar y salir señores muy trajeados. Además, Ramón, por sus barbas y edad, les daba algo de susto.
            La madre cogió al pequeño en brazos -ya que por aquel entonces aún sólo eran tres, faltaba por venir la más chica de las hermanas- y el padre agarró a las otras dos y, bajando las escaleras, entraron en aquel misterioso taller. La niña de los ojos grandes quedó extasiada. De las paredes colgaban angelitos, había grandes trozos de madera en los que se adivinaban figuras humanas y, en el centro, un enorme paño tapaba algo misterioso que el escultor se apresuró a descubrir: "Mirad, a ver que os parece -y de un tirón, quitó el paño-". Todos quedaron sorprendidos. La imagen de Cristo crucificado apareció, mostrando un dulce rostro, como dormido. El escultor comentó: "Esta imagen llevará por nombre Cristo del Amor". Aquella niña, con sus apenas cuatro años, sintió en su corazoncito el primer pellizco cofrade, ya que, aquel rostro desprendía verdaderamente sentimiento de amor. Tras una breve conversación en la que el artista le propuso al padre que le permitiera usar sus pies como modelo para una nueva escultura, la familia volvió a casa con la impresión de lo vivido.

           Algunos años después la felicidad de la familia se truncó. Una terrible enfermedad se llevó a la madre a ese otro lugar donde el rostro de Cristo está vivo como vivo está siempre su mensaje. La familia tuvo que abandonar el hogar  e irse a vivir con la abuela. La casa de la abuela tenía su encanto, no en balde, antiguamente, había sido convento. Lo delataba el uso de celosías en las puertas, su trabajada escalera y su patio rodeado de columnas. En aquella casa conoció en profundidad el verdadero sentimiento cofrade. Su tío, soltero, y que aún vivía en casa de la abuela, era un cofrade en todo su amplio sentido de la palabra, cofrade por devoción y por entrega, cofrade de los que viven por y para su hermandad, cofrade por la gracia de Dios. Tuvo una vida de tan fecundo servicio que años más tarde le llevaría a ostentar con orgullo el título de cofrade ejemplar.
           Allí, en aquel hogar, la chiquilla de grandes ojos negros se fue haciendo mayor entre macetones que en primavera cambiaban sus grandes hojas verdes por flores con olores a juncias y romeros en honor de ese Jesús Sacramentado que en la Pascua visitaba la casa de aquellas recordadas procesiones de impedidos o viviendo cada Madrugada Santa largas filas de nazarenos negros cruzando el patio de su casa.

Allí aprendió a ser cofrade de verdad, a sufrir con los sufrimientos del cofrade y a disfrutar con las alegrías de la hermandad, conoció el trascendental momento de revestirse con el santo hábito nazareno, compartió un mismo sentimiento cuando su padre, portando el grandioso simpecado, le hacía una señal con los ojos para que sólo ella le identificara. Viviendo en aquella casa conoció su primer y único amor y desde aquel hogar salió vestida de blanco para formar una nueva familia cofrade, no sin antes depositar su ramo de novia a los pies de un Jesús Nazareno que había sido hasta entonces el centro de sus devociones. Su nueva vida matrimonial le había llevado un barrio diferente, lo que le hizo frecuentar una iglesia distinta, una vieja parroquia en donde tenía establecida una humilde hermandad. Esta sencilla cofradía despertó devoción del mayor de sus hijos y, poco a poco, le hizo, también a ella, involucrarse en ese mundo al que, por supuesto, no sentía en nada indiferente. A partir de entonces consagró su vida a su familia y a su hermandad, sacrificando incluso sus horas de ocio para dedicarlo a ese otro ocio que le mucho más gratificante, el ocio de su propio servicio, un servicio de entrega total, sacando tiempo de donde no existía para el engrandecimiento de su cofradía que, en definitiva, era su tributo a Dios.
              La casa se llenó de piezas de tela para confeccionar cuantas túnicas completas fuese posible, mantos descosidos, sayas estropeadas, paños de bocinas por restaurar, toquillas por terminar, conjuntos de hebrea por hacer y hasta banderas y atributos nuevos para completar la procesión. No tenía otra ilusión en la vida que su familia y la hermandad, lo que le hacía vivir los momentos más felices del año, sobre todo cuando llegaba la Cuaresma y se empapaba de ese maravilloso tiempo de vísperas, asistiendo a cultos y besamanos y acompañando una procesión que le servía de incentivo para vivir el resto del año con verdadera ilusión. Su compromiso cristiano y cofrade le llevaba incluso hasta buscar en la iglesia un sitio cercano al hermano que por cualquier motivo, se sintiese alejado, para poder ofrecerle siempre su gesto de paz y cuando la enfermedad le pudo, su eterna sonrisa hizo de bálsamo del sufrimiento ajena.

Un día, postrada ya en la cama de un hospital, recibió la visita de una religiosa vendiendo estampas de Cristo y María. Al ojearla quedó sobrecogida con una imagen de Cristo con la leyenda “Amigo que nunca falla”. Aquello desvelaba su secreto mejor guardado, el secreto de una noche que, creyéndose delirando vio ese rostro del Señor junto a la ventana de su habitación, y hoy volvía de nuevo con ese mensaje de esperanza.
            Aquella mujer pasó, envuelta en esa bandera que ella misma confeccionó, a formar parte de esa otra cofradía de aires celestiales y eterna presencia divina. Hasta el sacerdote, parco en palabras, indicó en su alocución de despedida cómo cada puntada suponía un punto para acercarnos a Dios y que se acrecentaba si, además, lo hacíamos con la agradable dulzura del constante gesto de una sonrisa en los labios. Aquella mujer dejó vivo ejemplo de como se puede ser feliz sólo y exclusivamente profundizando en el amor, el amor a su familia y a su hermandad.

Hoy, cuando tantas madres y esposas, hermanas o novias, tengan entre sus manos estas benditas túnicas que han sido el reguero de la fe de un pueblo y con la dicha, muchas de ellas, de haber sido partícipes de un testimonio al que también, por derecho propio, le corresponde sirvan estas líneas de homenaje a aquella mujer que, porque los tiempos eran otros, ni pudo vestir nunca la túnica nazarena, ni siquiera salir de mantilla, pero qué dejó para siempre su magistral mensaje de servir a Dios con alegría.
              Aquella mujer de grandes ojos y eterna sonrisa... era mi madre.

             (Artículo publicado en el suplemento Cofrade de Información Jerez el 19 de abril de 1998 y que hoy reproduzco a la memoria de mi madre en el día de su honomástica)






sábado, 23 de julio de 2011

LOS CALCETINES NO SON PARA EL VERANO



        La gracia gaditana ha bautizado a la costa de la provincia como un paraíso entre dos mares "La mare que parió al Levante y la mare que parió al Poniente". El viento de Levante nace en el Mediterráneo central en las proximidades de las islas Baleares y alcanza su mayor velocidad al atravesar el estrecho de Gibraltar, provocando tiempo seco y muy caluroso en el lado occidental del estrecho.
        
        Las altas temperaturas de estos días unidas a los vientos de Levante han hecho saltar la alarma sobre la ola de calor y sus efectos en las personas especialmente más sensibles, han disparado el consumo eléctrico debido a los aparatos de aire acondicionado y ha provocado un masivo desplazamiento a los lugares costeros.
        
         Los especialistas recomiendan el consumo de mucha agua para evitar la desidratación, el huir de la exposición solar en las horas puntas y el uso de ropa ligera y transpirable. En este tema las localidades costeras juegan con ventaja ya que la ropa playera durante todo el día es norma generalizada y a nadie llama la atención, por contra en las poblaciones de interior, a pesar de tener que soportar temperaturas mucho más altas, pregunten sino a sevillanos y cordobeses, parece que el uso del pantalón corto, camisetas y chanclas en hombres no es tan correcto, por aquello de la compostura y los perjuicios del que dirán, Protestamos por el velo islámico y por todo aquello que suponga ir en contra de la libre voluntad de la persona o conlleve un auténtico calvario para quien se ve obligado a soportar unas prendas que, independientemente de lo que significa dentro de la pretendida igualdad, es un auténtico suplicio cuando el calor nos aplasta. Hace solo unos años en nuestro Jerez, porque es lo que más cerca nos toca, era impensable ver hombres con otro tipo de ropa que no fuera una camisa de manga larga, unos pantalones "de vestir" y unos zapatos con sus calcetines incluso en pleno mes de agosto. Aquellos eran tiempos con muy poca variedad en el vestir y claramente diferenciadas las ropas de uno u otro sexo.
         
         Aún hoy hay hombres que siguen en verano vestido como si fuera invierno, con pantalones practicamente iguales pero un poco más frescos, con sus mismos zapatos y calcetines, con la salvedad de poderse remangar la manga larga de la misma camisa que ha utilizado durante el invierno, y esto no solo en personas mayores que, por aquello de la costumbre, se puede hasta comprender, sino incluso en gente joven. Peor es quien por exigencias de su trabajo tienen que llevar en horario laboral chaqueta, corbata y calcetines haga el calor que haga y tenga que salir a la calle las veces que sea.,A estas alturas el exigir, por cuestiones de trabajo y con altísimas temperaturas, uniformes impropios de los calores que aqui padecemos es quizás tan cruel como el obligar a ponerse un atuendo por cuestiones morales.
          
          Los jóvenes en esto de la igualdad han dado un paso de gigante vistiendo lo más cómodo posible dentro de su personalidad y sobre todo con prendas y tejidos propios del verano. Esto no tiene nada que ver con las normas sociales del protocolo en el vestir que es un tema que obliga solo al que voluntariamente quiere participar de estos eventos, el resto, como recomiendan los especialistas, hay que ir conforme nos condicione el clima, porque tan prisionero y agobiado se debe sentir un caracol en una olla a plena ebullición como unos pies, a las cuatro de la tarde, por una amplia avenida sin sombra, pisando un asfalto de cincuenta grados de temperatura, soportando el abrigo de unos calcetines y prisioneros de unos zapatos completamente cerrados, cuando, además, no es por gusto sino por exigencia de sus superiores, pies que darían su vida por unas chanclas.
         
          El viento de Levante y con él el inmenso calor nos recuerda que estamos en el sur, en tiempo de verano, a pocos kilómetros del clima sahariano que nos llega de África y que, al igual que en Avila no funcionaría una Carrera Oficial en Semana Santa porque se morirían de frío, en Andalucía en verano no funciona una corbata y unos calcetines, simplemente porque son prendas que al llegar el calor deberían volar más que una bolsa vacía de supermercado en un día de Levante.
        
            (Artículo publicado en Información Jerez el 10 de julio de 2010. Una de las noticias de la semana ha sido la llamada de atención del presidente del Congreso de los Diputados al ministro de Industria por acudir al hemiciclo sin corbata)
Aunque parece que las modas en el vestir masculino han cambiado bastante aquí vemos una instantánea del Jerez de los cincuenta, en plena plaza del Arenal (al fondo aún no se había levantado el actual edificio del Banco de Santander) con atuendos del verano, chaquetas blancas, sin corbatas, zapatos de la época o sandalias y el detalle, ya perdido, del luto en el brazo.

jueves, 21 de julio de 2011

VERANEAR EN EL PATIO


       Cuando había que esperar hasta el 18 de Julio para pisar la playa, por lo del día de fiesta y lo de la paga, y como mucho más se acudía el día de Santiago, que por aquel entonces, también, era festivo. Cuando llegar hasta Valdelagrana era una odisea por el mal estado de la carretera del Puerto, la peligrosidad de la cuesta y curva del chorizo, donde las canteras de la Sierra de San Cristóbal imposibilitaba su visibilidad. Cuando las mareas se apreciaban desde el puente de San Alejandro, con aquellas pintorescas barcas recostadas sobre los muros traseros de los bodegones que hacían frente al portuence convento del Espíritu Santo. Cuando Valdelagrana comenzaba en el espigón y llegaba poco más de la recién inaugurada Avenida 25 años de Paz, y tenía aún casetas de madera, algunas hasta con agua y sombrajos de caños en su delantera. Cuando no existían tantos bloques a pie de playa solo vegetación, y mucha arena, el veraneo era otra cosa.
       
       Cuando todo esto ocurría, mediados de los felices sesenta del pasado siglo, muchos nos conformábamos con veranear en los patios. Allí hacíamos nuestro particular campamento de verano, entre los recordados muñecos Madelmán, los primeros con sus piernas acabadas en punta para encajar las botas, los balones de goma, los juegos de los buenos y los malos, de los Sheriff y los indios, coleccionando estampas de los álbunes de Vida y Color, rellenando los cuadernos Rubio y deseando que llegaran los fines de semana para poder pasear con las clásicas bicicletas Orbeas,ya que poco podían circular por el patio porque rompían las macetas. Era un veraneo de abanicos, del búcaro fresquito con su plato debajo y su pañito de croché en el pitorro, de idas y venidas de golondrinas abasteciendo de comida a sus crías y revoloteando entre las viejas vigas de las galerías interiores, veranos de baldeos con cubos dando brillo al enlozado blanco y negro y proporcionando un frescor mañanero inigualable. Veranos de camisetas de tirantas blancas con boquetitos, desde el desayuno hasta la caída de la noche, de las primeras chanclas "del dedo", el mejor invento de los chinos, esas chanclas que están tan de modas y que lo mismo se utilizan en su modalidad deportiva para ir a la playa como en su diseño más de vestir para salir de copas, que lo mismo las usan los nadadores que el Príncipe de Asturias en sus paseos por Mallorca.
       
        De las chanclas y las distintas modalidades de sandalias dice "El Yuyu de Cádiz" que son para personas nobles, para personas santas y pacíficas ¿o acaso los apóstoles llevaban náuticos o botas de Valverde del Camino?.Aquellas primeras chanclas significaron una premonición de los nuevos tiempos de apertura, ya los hombres no tenían porqué remangarse las mangas para paliar el calor, ni utilizar zapatos de rejillas para que los pies respiraran, llegaron las sandalias y las chanclas, primero para los patios y después para la calle, los polos y los colores vivos. Tiempos de veraneo en el patio, con hamacas de madera y lona que después se llevaban a la playa, de flequillos "a lo Marcelino", de higos chumbos tras el almuerzo, de heladeros por la calle, de siesta a la sombra de una persiana de madera y de noches de reunión de amigos, con las sillas del comedor y los tintos con Casera en medio del patio.
         
          El veraneo en el patio era de auténtica desaceleración, no por la crisis económica porque entonces no existía, y si había se le prestaba poca atención, sino por la tranquilidad que suponía, una vez que caía la tarde y los calores del verano se apaciguaban, salir al patio y con la tranquilidad que dá una sola bombilla, el brillo de las hojas verdes de las plantas y una buena conversación con los familiares y amigos, sentir verdaderamente el descanso estival. Aquello, para algunos fue un auténtico veraneo, tranquilo, familiar y además de lo más barato.
         
           (Artículo publicado en Información Jerez el 19 de julio de 2008)
Patio de mi infancia veraniega en la calle Prieta 19, tal como se encuentra ahora tras la última reforma acometida. En la foto superior el rincón de la cocina.

Postal antigua de un evocador patio jerezano perteneciente al desaparecido palacio de Salobral que se encontraba en la Alameda Cristina .
       

martes, 19 de julio de 2011

LAS HERMANDADES DE GLORIA Y LA UNION DE HERMANDADES


Leo con interés la profunda reflexión que mi compañero de pleno Luis Cruz realiza en Cofrademanía, así como tu aclaración a modo de respuesta sobre el complicado asunto del reparto de beneficios obtenidos por la gestión de la Unión de Hermandades y digo complicado porque solo el que está dentro sabe lo difícil que es ser justo e equitativo en este tema.
           Todos los que formamos o han formado parte del pleno de Hermanos Mayores somos testigos, o lo hemos sido, de la controversia que este asunto ha suscitado desde hace muchos años, casi desde que las hermandades de gloria pasaron a ser miembros de pleno derecho de la Unión de Hermandades.

Y es que habría que remontarse a los principios para comprender de donde, a mi humilde entender, surge el problema.
           Haciendo un poco de historia hay que partir de la base de que la Unión de Hermandades de Jerez se crea por los cofrades de las HERMANDADES PENITENCIALES DE JEREZ y para la SEMANA SANTA DE JEREZ.

Los primeros pasos se dan en el año 1937  con la constitución de una comisión ejecutiva nombrada por los representantes de la Hermandades Penitenciales de la ciudad. Uno de los primeros acuerdos de la entonces incipiente Unión de Hermandades fue “como puntos básicos de la reorganización de nuestra Semana Santa , establecer “una carrera oficial” para las distintas cofradías en su estación de penitencia anual, un horario determinado para su entrada en “carrera oficial”, solicitar del Excelentísimo Ayuntamiento la instalación de la mesa de comprobación de llegada y de una tribuna presidencial para las autoridades, en emplazamiento estudiado, a parte de las tribunas para el público, así como una subvención digna”.
            La comisión Permanente del Ayuntamiento, en sesión de 29 de marzo de 1938, aprobó, entre otras cuestiones, una subvención de siete mil pesetas que deberían ser prorrateadas entre todas las hermandades de penitencia.

En 1944 se crea oficialmente la Unión de Hermandades de acuerdo con los deseos del Cardenal de Sevilla según las disposiciones del Sínodo Hispalense. Entidad que queda formalmente constituida en este año y que agrupa “a todas las cofradías de penitencia de la ciudad”. En el reglamento, aprobado por el Vicario General, queda establecido  en su artículo primero que ”Con el título de Unión de Hermandades, las cofradías de Penitencia de Jerez de la Frontera , secundando los deseos de nuestro Amantísimo Prelado instituyendo la Comisión de Cofradías, que asume las representación de las mismas en lo que acate a la relación directa con el Excmo. Ayuntamiento y a la actividad propia de la organización de la Semana Santa”. En otro punto de este reglamento fundacional se especifica que entre la finalidad que tiene encomendada la Unión de Hermandades de cara a la Semana Santa está “Incrementar por lo medios autorizados las subvenciones y donativos que se reparten entre las Cofradías para contribuir a los gastos de su salida procesional”.
          Y así hasta hoy, se perdió la subvención hace poco tiempo pero se ha mantenido esa “otra subvención” de la explotación de palcos y sillas con el fin que, al igual que ocurre con otras entidades, también las Hermandades puedan recibir ingresos extras. 

Estos dos principios fundamentales “la estructuración de la Semana Santa de Jerez en todos los aspectos de su competencia” y “la representación de las Hermandades cuando actúan conjuntamente” han sido los pilares maestros en los que desde su fundación se ha asentado la vida de la Unión de Hermandades.
            La Unión de Hermandades se creó, a modo de federación, aglutinando a una serie de entidades muy similares en todos sus aspectos, corporaciones todas penitenciales, bajo similares criterios organizativos e iguales fines, el problema surge en el momento en el que se incorpora  a esta, hasta entonces Unión de Hermandades Penitenciales, las Hermandades de Gloria, instituciones muy dispares entre si y que nada tienen que ver con la Semana Santa. Esta Hermandades designadas para su incorporación no sabemos con qué criterio, pasan a formar parte de un organismo creado y madurado por las cofradías penitenciales y cuya vida gira, principalmente, en torno a la Semana Santa jerezana

Con los principios fundamentales antes expuesto poco puede aportar la Unión de Hermandades a esta corporaciones puesto que ni forman parte de la estructuración de la Semana Santa ni por sus peculiaridades particulares y distintas entre ellas necesitan de un organismo de este tipo que la representen conjuntamente. Por lo tanto poco, por no decir nada, han ganado tanto la Unión de Hermandades y las cuatro hermandades de gloria, Carmen, Rocío, Rosario y Sacramental de Santiago, con su incorporación, pues se puede decir que solo la obligación de esta queridas corporaciones de asistencia a unos actos y plenos ajenos a la propia condición letífica que les ampara ¿Qué sentido tiene que estén obligados a asistir a un pleno de toma de horas para la Semana Santa? ¿ Qué sentido tiene que tenga que asistir obligatoriamente a un pleno de informe de la Semana Santa? ¿ Qué sentido tiene, por tanto, la obligatoriedad de participar de un pleno de cuentas en el que la partida mayoritaria y casi única es los ingresos obtenidos por la Semana Santa? ¿Qué sentido tiene que tengan voz y voto en plenos extraordinario como el cambio de la carrera oficial, la procesión magna o cuestiones parecidas? ¿Qué sentido en definitiva tiene la pertenencia de unas instituciones de gloria en un organismo que por historia, tradición y fundamento gira casi toda su actuación en torno a la Semana Santa (su estructuración, su cartel, su pregón, sus plenos, sus comisiones, etc.)? Ahora mismo ninguno y por ello hasta ahora ni la Unión de Hermandades interviene en nada que compete a estas corporaciones ni ellas han supuesto labor alguna dentro del propio Consejo.
           Por todo ello en mi opinión el asunto del reparto va más allá del criterio que se utiliza para el reparto de beneficios, quizás habría que reemplatearse de nuevo la esencia de nuestra Unión de Hermandades, buscarle sentido a ese grupo de hermandades de gloria intentando que tanto ellas como la propia entidad que las aglutina sean útiles el uno para el otro. Pero para ello habría primero que ver quienes deben de formar esta Unión de Hermandades, por qué y para qué, porqué unas si y otras no, (porqué Carmen si y por ejemplo Montañeses, Cabeza, Pastora, Sagrado Corazón, María Auxiliadora,etc, no) y sobre todo buscar cauces de financiación específico para este tipo de hermandades, tal como se realiza en Sevilla con los convenios de colaboración con entidades y organismos públicos y privados para la conservación y restauración del importante patrimonio que atesoran muchas de ellas.   

 Independientemente de la conclusión a la que se llegue con las corporaciones de gloria y su sentido dentro de la Unión de Hermandades, urge asumir que nuestra Semana Santa actual es un todo que incluye a hermandades y cofradías penitenciales canónicamente erigidas con el fin de realizar su Estación Penitencial en la Semana Mayor. Cofradías que van a carrera oficial porque quieren y pueden y otras que no van a carrera oficial no porque no quieran sino porque no pueden, porque no le dejan. Cofradías penitenciales que por su reconocimiento canónico conforman esa Semana Santa que en Jerez se inicia el sábado de Pasión y acaba el Domingo de Resurrección   
             A mi entender todas estas cofradías que conforman la actual Semana Santa jerezana, junto con las ya aprobadas, que están en puerta y realizan su Estación Penitencial tal como las demás pero en templo distinto, deberían “participar de los beneficios comunes obtenidos por la gestión del consejo de la Unión de Hermandades”  tal como establece la norma y en la medida que se vea justo y necesario, unos porque son los generadores de esos beneficios, otros porque lo serán y lo necesitan para su pronta incorporación a la carrera oficial y otra, en este caso la Hermandad de  la Resurrección porque, por el misterio que representa como colofón de la Semana Mayor, debe incorporarse a la nómina de hermandades que procesionan brillantemente por la carrera oficial con todos los honores  y con la idiosincrasia que caracteriza a nuestra simpar Semana Mayor.

Nuestros mayores crearon una Unión de Hermandades para el esplendor de nuestra Semana Santa y buscaron los medios para que así fuera, hoy, siendo fieles a esos principios los beneficios de aquellos palcos y sillas, que un día pidieron venerables cofrades de la ciudad, siguen aportando engrandecimiento a nuestra Semana Santa. Hoy gracias a esos beneficios nuestra Semana Santa es  muy distinta, no solo a la de hace más de medio siglo sino también a la de hace pocos años, solo hay que hacer un poco de memoria para darse cuenta que esos beneficios han hecho posible mejores bandas, grandes estrenos, importantes restauraciones, cuidados cortejos, mayor demanda de asientos por el nivel de nuestras procesiones y sobre todo mayor gloria a Dios y a su bendita Madre. Ahora, también gracias a esos beneficios, seguimos haciendo posible, aquello que diría Stravinsky ante “Soleá dame la mano” y uno de los grandes palios de Sevilla, “Estoy viendo lo que estoy escuchando y estoy escuchando lo que estoy viendo”.
            Quizás ha llegado el momento que, al igual que hicieron los antiguos cofrades de las hermandades penitenciales, los cofrades de todas las hermandades de gloria se reúnan para unificar criterios, para poner en común sus carencias y necesidades, para formar una sección fuerte en la Unión de Hermandades que le fundamente, una Unión de Hermandades de gloria, que aporte ideas y compromisos que no obliguen a depender de unos ingresos que generan otros y que beneficie tanto a la institución aglutinadora como a las propias corporaciones, que de auténtico sentido a su pertenencia a una Unión de Hermandades que hace mucho tiempo dejó de servir solo para los días de la Semana Santa.

No, no cogemos el talón los Hermanos Mayores y salimos corriendo, porque en este mundo que hasta por hablar se cobra, los cofrades son el más claro ejemplo de entrega desinteresada, donde el dinero es desde siempre lo menos importante. Ni somos insolidarios, ni injustos u otros adjetivos, la historia ha demostrado que esto nos así y menos por una cuestión que va mucho más lejos de una cantidad económica, somos herederos de una historia con sus aciertos y sus errores, con sus acuerdos plenarios que hay que cumplir estemos de acuerdo o no, con el peso de unas instituciones a la que representamos y a la que nos debemos muy por encima de nuestra opinión personal y sobre todo con espíritu de servicio a Dios y a nuestros hermanos, a unas sagradas imágenes que son nuestro válido camino de salvación y a la que entregamos todo nuestro esfuerzo y devoción. Y todo ello con los medios que heredamos de nuestros mayores  y con cuantos se nos pone a nuestro alcance para la mayor gloria de Dios y esa, entre tanta confusión y tanta mentira como nos rodea, sí que es la gran verdad de las Cofradías.
(Artículo publicado en COFRADEMANÍA.COM el 20 de julio de 2010. Hoy, de nuevo, se celebra el reglamentario pleno de la Unión de Hermandades de cierre de curso, memoria y cuentas)
Año 1975, primera carreta del Simpecado de la Hermandad del Rocío de Jerez

Costaleros con su patrona la Virgen del Rosario en la iglesia de San Juan de los Caballeros

Fotografía del ayer de la procesión Eucarística de la Hermandad Sacramental de Santiago a su paso por la iglesia de la Victoria.


lunes, 18 de julio de 2011

EN LA FIESTA DEL CARMEN


En la fiesta del Carmen estamos, un día señalado del calendario estival, especialmente para las personas mayores y para las poblaciones costeras, en donde la advocación marina del Carmen está muy arraigada entre las gentes del mar.
            La fiesta del Carmen parece ser que tuvo su origen en Inglaterra ya que fueron los ingleses los que concibieron la idea al ser, precisamente, en el Reino Unido donde cuenta la historia que tuvo lugar el beneficio supremo de María a la Orden del Carmen: la entrega del Santo Escapulario. Y es curioso, según apunta el P. Miguel Barbero en su libro sobre la imagen de la Virgen del Carmen Coronada de Jerez y su Basílica, que una vez introducida la fiesta, se impuso rápidamente por sí misma, primero en toda la Orden y, después, en toda la Iglesia.

Pero la fiesta del Carmen no queda encerrada en los muros de los conventos carmelitanos. Y así, en 1674, la reina regente de España, Mariana de Austria, se dirige al Papa pidiendo se celebre la fiesta de la Virgen del Carmen en todos los dominios del rey católico; instancia que fue atendida por Clemente X.
             La fiesta de la Virgen del Carmen ha calado tan profundamente en el corazón de los católicos que son muchos los pueblos, regiones y hasta naciones que la tienen por patrona llegando a convertirse en la devoción más popular e universal de María.

Para Jerez, también es jornada importante cada 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen. Una devoción que se remonta al año 1586 cuando, los carmelitas, procedentes de Sevilla, fundan convento en Jerez y, tal como era costumbre general en la Orden, trajeron consigo una imagen de la Virgen bajo la advocación del Carmen.
           425 años se cumplen en este 2011 de la llegada de los carmelitas y con ellos de la Virgen del Carmen a Jerez, primero provisionalmente en el Hospital de la Sangre, hoy Centro de Acogidas San José, donde permanecieron un año para trasladarse a la Ermita de San Benito en el camino de Sevilla un 1 de junio de 1587, que es la fecha que queda como la oficial de la fundación del Convento del Carmen de Jerez, hasta establecerse definitivamente en la actual Basílica, levantada a principios del siglo XVIII.

Más de cuatro siglos de historia llevará la procesión de esta tarde, siglos de fe y de devoción a una imagen que echa sus raíces en lo más profundo de la religiosidad de Jerez. Siglos de entrega mutua de la ciudad con la Virgen y con la Orden del Carmelo y siglos también de entrega de la Orden a Jerez, recordemos que la marcha de los carmelitas de la Ermita de San Benito vino motivada por la tremenda epidemia de peste que afectó de forma devastadora a Jerez en el año 1600, llegando a morir en un solo día por contagio hasta dos mil personas, y en un gesto de generosidad los carmelitas abandonan su convento en tres días y se lo entregan a los apestados de la ciudad para que allí, en las afueras de la ciudad se estableciera un hospital, viviendo la comunidad durante algunos años de prestado en casa de particulares.
           Esto es solo parte de una historia de siglos que hoy también se pondrá en la calle acompañando a la Virgen del Carmen, como cada 16 de julio,  fundiendo el presente y el pasado, en este día de fiesta, con las estrofas del himno de su coronación canónica: “Como Dios te corona en el cielo, te corona, Jerez con su amor”.

Hoy es la fiesta del Carmen solo hay que salir a las calles del centro, o acercarse a nuestros pueblos costeros, para darse cuenta que el 16 de julio sin estar en rojo en el calendario, por historia, por tradición y sobre todo por devoción, si es la gran fiesta del verano.
 (Artículo publicado en Información Jerez el pasado sábado 16 de julio de 2011 festividad de la Virgen del Carmen)
La devoción a la Virgen del Carmen está profundamente arraigada en la historia devocional y mariana de Jerez

La iglesia del Carmen en el año 1925 engalanada para los actos solemnes de la Coronación Canónica de la Virgen.


     

jueves, 14 de julio de 2011

UN TESORO OCULTO


Es una delicia el pasear por el Jerez intramuros en la época estival, sus estrechas calles, sus recoletas plazoletas y sus bellos rincones son una auténtica explosión para los sentidos. Son calles casi exentas de ruidos, sin apenas bullicios, donde solo la cal de sus casas populares o la noble cantería de emblemáticos edificios enmarcan la postal de un Jerez antiguo, quizás menos adaptado a los nuevos tiempos, pero sin duda, más peculiar y genuino. Y dentro de regocijo que supone el transitar por ese sinuoso Jerez existe un lugar que es especialmente admirable, es un tesoro digno del mejor museo, una perla oculta bajo la concha de una vida contemplativa que durante siglos ha huido de todo aquello que signifique vanagloria personal.
          Me estoy refiriendo al convento de Santa Rita o mejor dicho al Monasterio de agustinas de Santa María de Gracia.

           EI convento de Santa Rita es una verdadero tesoro enclavado en el Jerez antiguo, concretamente en la Plaza de Ponce de León, frente al famoso ventanal plateresco y al popular colegio del Salvador. Una tosca portada nos adentra en un coqueto compás desde donde podremos contemplar, a nuestra derecha, la puerta de la iglesia y al bello Vía-Crucis cerámico de la escuela sevillana del XVIII, (la parte izquierda del convento ha sufrido una remodelación que, personalmente, prefiero no comentar).

En el templo es peculiar y agradable hasta el olor, sus proporciones, su manierista retablo mayor, con la señorial imagen de la Virgen de Gracia, sus pinturas murales, sus altares del Calvario, de Cristo como fuente de vida, del Sagrario, San Agustín y los originales por su colorido y decoración dieciochesca de San Nicolás de Tolentino y Santa Rita.
            Pero si algo tiene verdadero sabor y encanto de este templo es su coro bajo con la Virgen de la Misericordia ocupando el lugar de la madre abadesa, sus cuadros, su pequeño Calvario y el Misterio con San José, la Virgen y el famoso niño de la cuna de plata; este niño es conocido como el niño milagroso por la veneración que en tiempos pasados le profesaban los jerezanos.

La iglesia de Santa María de Gracia, es un pulmón espiritual en esa zona de Jerez que tanto sabe de devociones populares y de necesidades. Entrar en Santa Rita no solo nos endulza la vida y nos relaja el sentimiento sino que también nos enseña como no son necesarias grandes obras para rendir culto a lo exquisito.
             El 3 de Octubre de 1526 la dama jerezana doña Francisco Trujillo Gil de Sanabria hizo donación de unas casas para la construcción de este convento de ermitañas de San  Agustín. La actual iglesia comenzó a construirse el 22 de 1773 y, después de varios siglos, estas religiosas siguen en Jerez, unos dirían ocultas del mundo, más bien ajenas al estado de bienestar, porque para estas monjas el bienestar es otro y su servicio al mundo no está ni al alcance ni a la comprensión de todos.

Puede que no fuese casualidad que don Francisco Ponce de León al hacer su precioso balcón esquinado, joya jerezana del renacimiento, no dudara en situarlo frente a este convento de Agustinas, para sentir más cerca la espiritualidad que de él emanaba, y puede que, tampoco, fuese casualidad que, en tan bella obra, quedara esculpida para la posteridad la frase: OMNIA PRETERUNT PRETER AMARE DEUM, “todo perece excepto el amar a Dios”.- 
(Artículo publicado en Información Jerez el 6 de agosto de 2005) 
Balcón esquinado de los Ponce de León, joya jerezana del renacimiento, situado frente al popular convento de Santa Rita

Fotografía antigua del retablo mayor del convento de Santa María de Gracia




martes, 12 de julio de 2011

EL MOLINO DEL JUDÍO

        

         Existe un Jerez artístico y monumental, un Jerez histórico y un Jerez contemporáneo, y, también, un Jerez de leyendas donde se une lo real con lo novelesco, lo documentado con aquello que pasa de padres a hijos.

Cuentan que en la esquina de la calle Zaragoza con la de Santa Rosa, en la zona conocida como las Atarazanas, existió una antigua posada, puede que hasta con su molino interior. Allí pararían los caminantes que llegaban a Jerez y buscaban hospedaje antes de cruzar los antiguos llanos de San Sebastián. De aquel mesón era dueño un judío, descendiente de aquellos otros que un día poblaron la cercana judería jerezana y que, acompañando a sus difuntos, cruzaban aquellos llanos, camino de su cementerio en la vieja Albarizuela.
        Cuenta el historiador Antonio Mariscal en su interesante recorrido por las calles del viejo Jerez que la leyenda de este mesón gira en alrededor de su propietario, el cual terminó sus días ajusticiado por la ley, acusado del asesinato del amante de su hija que apareció descuartizado en el fondo de un pozo.
         En la misma esquina existe una evocadora casa con su pequeña hornacina barroca, como aquellas otras que poblaran todo el barrio de San Pedro. Hornacinas de este tipo se podían ver en la calle Arcos, haciendo esquina con Morenos y, también, con Fontana, ambas lamentablemente desaparecidas, solo conservándose en el tiempo la situada a la entrada de la calle Matadero, curiosamente también en una antigua posada, y aún quedan algunas como la de la calle Antona de Dios nº 8, más reciente en el tiempo, y la de calle Bizcocheros a modo de templete. Pero fueron muchas más las que adornaban las esquinas y fachadas de las casas jerezanas, la mayoría víctimas de la piqueta por la poca valoración que se ha hecho siempre de ellas.
         El archivero Muñoz nos cuenta que en la bella hornacina de la esquina de la calle Zaragoza con Santa Rosa, debió estar o ponerse a principios del siglo XIX la imagen de la santa que dio nombre a la calle y que, por acuerdo municipal de 22 de mayo de 1822 que mandara trasladar a las iglesias a las imágenes de santos existentes en las calles, se quitase de su hornacina. En los últimos años en su lugar figuraba una artística cruz de cerrajería, recuerdo de aquellas otras que proliferaban por el barrio, en especial por la que tan devotamente veneraban los vecinos en la plaza de San Andrés dando nombre a una cercana calle. Esta hermosa cruz que mirando hacia la plaza Aladro, nos recordaba a aquel Jerez de antaño, como temíamos, desapareció sin dejar rastro y nunca más fue repuesta.
          Esta casa con tantas reminiscencias histórica está siendo derribada en estos días, parece ser que quedará en pie su sencilla fachada del XVIII y su singular hornacina esquinada, al estar catalogada. Todo lo demás, tras muchos años de abandono y, por consiguiente, de evidente estado de ruina, está siendo derribado para levantar en su lugar un nuevo edificio. Entre sus escombros quizás se vaya, también, parte de aquella leyenda, resquicios de un ayer que nos precedió y que hoy se va derrumbando de la memoria como las viejas vigas apolilladas de aquella posada del judío que un día pasó a la historia por sus pasiones, amores y crímenes. Leyendas de aquella España profunda, tan profunda como el pozo donde apareció aquel amante ajusticiado y tan profunda como tantas historias que se pierden para siempre cada vez que, a pesar de necesidades técnicas y de la misma evolución de las ciudades, un viejo y deteriorado edificio se convierte en un amasijo de escombros.
         (Artículo publicado en Información Jerez el pasado sábado día 9 de julio de 2011)
En un pasado demasiado reciente las máquinas se han encargado de derribar todo el interior de la antigua posada del judío.