martes, 28 de febrero de 2012

AYUNO Y ABSTINENCIA

       

             El tiempo pasa y casi sin darnos cuenta hemos llegado, de nuevo, al tiempo de Cuaresma, tiempo de ayuno y abstinencia para los católicos. La práctica del ayuno data en la Iglesia de los tiempos más remotos de la era cristiana, iniciándose la costumbre del ayuno cuaresmal en los primeros cristianos como preparación a la celebración de las solemnidades de la Pascua. En aquellas épocas remotas duraba el ayuno las seis semanas inmediatamente anteriores a la fiesta de la Resurrección, es decir, que ayunaban 36 días, puesto que excluían los domingos, que nunca consideró la Iglesia como días de penitencia y ayuno. Hacia el siglo IX, los orientales, que se preciaron siempre de perfectos observantes, reprocharon como un crimen a los latinos, el quitar cuatro días a la Santa Cuaresma consagrada con el ejemplo del Divino Maestro y sus cuarenta días de retiro en el desierto. No vio entonces la Iglesia romana inconveniente alguno en conceder a los griegos una ligera satisfacción y para quitarles todo pretexto de crítica, completó el número misterioso de cuarenta, determinado que en lo sucesivo comenzaría la Cuaresma, no el domingo , sino el miércoles precedente, conocido desde entonces, por otro significado, como Miércoles de Ceniza.
         
          La abstinencia es la privación de ciertos alimentos menos indispensables para la subsistencia de el hombre, y de los cuáles éste se abstuvo en un principio, según se desprende del relato del Génesis. Hasta el diluvio, en efecto, sólo se alimentaban con frutos de la tierra; tampoco conocieron hasta Noé, el uso del vino.
         
          Estas prácticas antes tan extendidas y ahora tan poco usuales han vuelto a cobrar un cierto protagonismo debido a la crisis. La situación actual que azota a muchas familias ha obligado a un ayuno y a una abstinencia forzada, a prescindir de muchas de aquellas cosas que no son necesarias para vivir.
        
          Jerez entra en una nueva Cuaresma haciendo más visible que nunca esa necesidad de compartir, de atender a los más necesitados, de hacer justicia con aquellos que se ven forzados a hacer ayuno y abstinencia no por cuestiones religiosas sino por imperativo de una crisis que está llevando a situaciones límites. Los campamentos urbanos, los comedores benéficos y los albergues son testigo de ello. El ayuno y la abstinencia están más presentes que nunca solo hay que oir a cuantos ven que pasan los meses y los sueldos siguen sin aparecer.
      
            Ayer fue Carnaval. Antes de ayer todos éramos polvo y ceniza. Una crisis que está "haciendo polvo " a muchas familias y en Jerez hay pruebas más que evidente de ello. La puerta de nuestro Ayuntamiento sigue siendo un clamor en el desierto de donde tantos parecen retirarse cuando llega la hora de la reflexión y buscar soluciones.
           
             La crisis, si algo ha traido de bueno, es a valorar lo verdaderamente necesario frente a todo aquello que nos han vendido como imprescindible, eso que por innecesario si es posible tanto ayunar como abstenerce.
          
                (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 26 de febrero y posteriormente en VIVA JEREZ)
Recorte de prensa de hace una década en el que se hace referencia al Miércoles de Ceniza en Jerez
 

domingo, 26 de febrero de 2012

EL REY Y LA SALIDA DE SAN MIGUEL

         

           DEDICADO A LOS COFRADES DEL SANTO CRUCIFIJO QUE HOY EXPONEN A LA VIRGEN DE LA ENCARNACIÓN EN BESAMANOS.

          "La noche del Jueves Santo, con veinte siglos cargada,en San Miguel suena el llanto de una doble campanada. Como a un conjuro callado se abre la gigante puerta y en ese conjuro ha quedado la plaza en silencio yerta. Una figura adelanta - túnica y negro capuz - va entre lumbres y levanta en las manos una cruz. Le siguen  las largas filas de rígidos penitentes; sólo se ven las pupilas , hieréticos y silentes. Avanzan de dos en dos - pardo cirio , negra cara, - penitentes como los que viera Miguel de Mañara. Luego un preludio de luz que es como un presentimiento....¡y el infinito momento de nuestro Dios en la cruz!. De repente aquella quieta muchedumbre se estremece y su silencio florece en la flor de una saeta. Saeta que es golondrina volando de un pecho bueno para arrancar una espina de la sien del Nazareno. La cruz se aleja despacio en su mística derrota y aún queda por el espacio volando la última nota. ¡La noche del Jueves santo con muerte de Dios cargada! queda en nuestro pecho el llanto de la doble campanada".

            No pudo Julián Pemartín, en aquella primavera de 1929, describir de forma más hermosa la sobrecogedora salida de la cofradía jerezana de San Miguel. Julián Pemartín, insigne poeta local, figuró en el grupo de los cien primeros hermanos reorganizadores de la Hermandad del Santo Crucifijo de la salud, cuya fundación se remonta al año 1573 en el antiguo convento agustino de Santa María de Guía.

           Desde su primera Estación Penitencial, tras la reorganización, la Hermandad de San Miguel ha mantenido su peculiar estilo procesional y su singular salida entre el silencio de la muchedumbre y la penumbra de una plaza León XIII que se apaga para que sólo resplandezca el auténtico protagonista de la noche, el crucificado que un día tallara José de Arce para gloria de Jerez, su Semana Santa y la humanidad.

           La salida de la cofradía, entre la penumbra de los cirios, la sombra de la imponente fachada del templo del Arcángel, la riqueza de las insignias y atributos y sus impresionantes pasos, es toda una lección de sabiduría evangélica en torno a los grandes misterios de la fe.

           Toda esta grandeza no siempre es perfecta, y no por culpa de la hermandad, por tantas cosas loable como la calificaría el cardenal Segura ,sino por la actitud de algunos que no saben estar a la altura de las circunstancias. Y, entre los terroristas de la estética cofradiera, como llama Antonio Burgos a los que con sus móviles y sus focos, afortunadamente cada vez menos, rompen toda la belleza estética del momento, y el chistoso de turno que siempre tiene que salir, quebrantando el imponente silencio, con sus gracias y sus tonterías en voz alta, todo ello corroborado por el coro de necios reidores, provocando que lo que podía ser perfecto, por culpa de unos irrespetuosos, se manche con toques de vulgaridad.

            Por eso, cuando nuestro Rey Juan Carlos mandó callar a un mandatario irrespetuoso el otro día, se me vino a la mente la cantidad de veces que nos ha entrado ganas de decir, cada madrugada en la salida de la cofradía del Santo Crucifijo, aquello de "¡que te calles, hombre!", aunque por esta tierra eso de mandar a callar con ímpetu se dice de otra forma. Ojalá pudiéramos tener, también, cada madrugada santa, al Rey al lado de aquellos que no saben respetar, para, con la autoridad de todo lo que él representa por historia y por ley, mandar callar a quien rompe la voluntad general en torno al silencio en uno de los grandes instantes de Jerez.

           Quizás sea el momento de invitar al Monarca a visitar Jerez en Semana Santa, llevarlo a las dos de la madrugada del Viernes Santo a San Miguel para que pueda comprobar lo que es enmudecer de verdad, eso sí, con la posibilidad de que mande callar a quien no sabe lo que es, cuando no hay nada que decir, la grandeza del silencio.

            (Artículo publicado en Información Jerez el 17 de noviembre de 2007. La Monarquía vuelve a estar en el candelero estos días.¿ A cuantos habrá deseado el Rey volver a mandar a callar por involucrarlo en un asunto del que es ajeno?.) 


Paso del Santo Crucifijo de la Salud en los primeros años de su reorganización


En esta fotografía de Pereiras, correspondiente a la pasada década de los sesenta, vemos los últimos instantes de la salida de la Hermandad de San Miguel mientras en la plaza espera la muchedumbre silenciosa.

martes, 14 de febrero de 2012

SIEMPRE DE FRENTE



           La histórica labor del Ayuntamiento de Jerez para el desarrollo, fortalecimiento y promoción de la Semana Santa jerezana, como la de tantas otros Ayuntamientos  especialmente los del sur de España por lo enraizado de este fenómeno en Andalucía, ha sido muy importante, especialmente desde la creación de la Unión de Hermandades. Su contribución fue en un principio económica, ejemplo de ello lo tenemos en la subvención que ya en 1943 concedía a las cofradías: mil pesetas por “paso”. A este apoyo económico que las cofradías recibían de las autoridades locales se le añadía el que realizaba la máxima autoridad provincial, el gobernador, quien en 1950 entregaba un donativo a la Unión de Hermandades de 15.000 pesetas y a la que se unía la que aportaba la Cámara de Comercio de 5.000 pesetas por la repercusión positiva que ocasionaba en el comercio jerezano. A partir de 1951 la aportación municipal a las cofradías por cuantos beneficios aporta la Semana Santa a la ciudad se suple por la concesión a la Unión de Hermandades de la explotación de las sillas y palcos de la carrera oficial, mientras que la aportación provincial como la de la Cámara de Comercio deja poco a poco de realizarse mientras los beneficios turísticos y comerciales seguían subiendo por el esplendor  que, año tras año, alcanzaba  la Semana Mayor jerezana.

Hoy los tiempos son otros pero a nadie escapa que el poder civil es conocedor de la importancia y el impacto que sobre la ciudad tienen las cofradías y todo lo que en torno a la Semana Santa se mueve, un auténtico fenómeno de masas con muchas ramificaciones que sobrepasa su carácter religioso para alcanzar, como diría Carlos Colón, “la vertebración histórico-sentimental de la ciudad”, una expresión fundamentalmente popular, esencialmente religiosa y necesariamente cultural.

El abogado Eduardo del Rey afirmaba que la Semana Santa es, sin duda, expresión singular de la fe, una manifestación pública de religiosidad según unos parámetros culturales concretos, los de nuestro pueblo. Pero las cofradías no cuentan exclusivamente con esta dimensión religiosa. A fin de cuentas, los vaivenes que jalonan los anales de estas corporaciones son los mismos que los de la sociedad que las nutre de miembros, todo lo que el pueblo ha sufrido o celebrado, lo han padecido o festejado sus cofradías. El mundo de las cofradías es tan complejo como la sociedad que lo alimenta pero ello no es obstáculo para que ellas mismas sean un sensible termómetro de la situación social, política y hasta religiosa de cada momento que le toca vivir.

Por todo ello cuando en estos días las cofradías de Jerez han dado un paso al frente en aquello que le ha pedido la ciudad por medio de su Ayuntamiento, no han hecho más que ser fieles al peso de su historia y de su identificación plena con el pueblo que las creó, adaptándose a los tiempos como los tiempos siempre se han adaptado a ellas.  Siempre de frente y haciendo gala de lo que ya afirmaba rotundamente Ortiz de Zuñiga en 1506 que “siendo de cristiana devoción y lo ostentoso de la exterioridad, no puede desearse cosa de mayor ejemplo y de más cristiana grandeza”
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 12 de febrero de 2012 y al día siguiente en VIVA JEREZ) 

Imagen retrospectiva de la calle Larga con las sillas preparadas para la Semana Santa.


En esta foto de Manuel Pereiras correspondiente a los años 40 del pasado siglo vemos el paso del Señor de las Tres Caídas, con apenas acompañamiento, tras pasar por la tribuna del Gallo Azul.



En esta otra fotografía del mismo tramo de la Carrera Oficial podemos comprobar cuanto ha evolucionado la configuración de la misma. La instantánea, también, del mismo autor y fecha que la anterior vemos , como curiosidad, a la Legión escoltando el paso del Señor de las Penas.





    

viernes, 10 de febrero de 2012

BENDITA ALACENA

           

           DEDICADO A LOS COFRADES DEL PERDÓN QUE EL PRÓXIMO DOMINGO VUELVEN A SU ERMITA DE GUÍA TRAS VARIOS AÑOS DE EXILIO.

Aquel día, como tantos otros, al salir del colegio, me dirigí a la iglesia de Santo Domingo para hacer una visita a la que ya, por aquel entonces, Noviembre de 1975, era motivo de mis desvelos y centro de mis devociones, la Madre de Loreto. Tras unos instantes en su altar como aún era temprano, encamine mis pasos hacia la hoy Iglesia Catedral y una vez allí, poder saludar a Pepe, el sacristán, al que había conocido unos meses antes cuando se preparaba la primara salida del Socorro, y en amena conversación contarme curiosas historias sobre las imágenes que en dicho templo se veneraban.

Entré por la puerta de Visitación y al no verlo entre las naves de la iglesia pasé a la antesacristía, donde seguramente lo encontraría guardando los objetos que habían servido para el culto.

En la Sacristía mayor no había nadie, pero algo me llamo la atención de la pequeña sacristía que le antecede, sobre un cajón había depositada una imagen que nunca había estado allí, me acerque´, y efectivamente, era una Virgen dolorosa con cara de niña y mirada dulce, vestía saya con bordados antiguos y un manto negro sobre la cabeza, sin corona ni joyas.

Estando contemplando mi descubrimiento llegó Pepe, el sacristán, de inmediato le pregunté sobre la bella dolorosa. El me explicó que era la antigua Virgen de la Amargura, que durante años había estado guardada en una alacena, tanto tiempo cerrada que casi se habían olvidado de Ella. Don José Luis, el entonces Abad, quedó prendado al abrir aquel armario y encontrarse entre viejos paños tan excelsa Señora.

La Virgen se había trasladado, de momento a la sacristía, colocándole, si mal no recuerdo, una saya de Santa Rita y por manto el paño mortuorio de la parroquia.

           Pocos días después me llega la información que aquella imagen sería trasladada a Santa Ana bajo el titulo de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, pasaría a ser titular de la nueva Hermandad del Cristo del Perdón.

No falté a la cita aquel 8 de Diciembre de 1975 y desde que la Stma. Virgen abandonara su casa Catedralicia, en aquellas pequeñas parihuelas portada por los hermanos de las Tres Caídas - Diego Romero, Juan Luis Corrales, Gutiérrez, Jiménez, etc.- la acompañé hasta ser depositada a los pies de su Hijo el divino Crucificado del Perdón.

Han pasado más de 25 años desde el encuentro con la Madre, hoy mi hermandad de Loreto se dispone a cumplir cincuenta años de historia y la Virgen del Perpetuo Socorro espera gozosa en su recoleta Ermita la llegada de un nuevo paso de palio, magistral joyero para tan valioso tesoro.

Cuando en una nueva Estación Penitencial, cada madrugada Santa, el paso de palio de la Madre deposite sus cuatro zancos en el frió suelo de la antigua Colegiata, la Auxiliadora de los afligidos y Perpetuo Socorro de nuestras almas no olvidará que allí en un lugar escondido existe una alacena, que durante muchos años fue la santa casa de la Virgen, como aquella otra que hoy es centro de peregrinaciones en Loreto, morada santa en la que por siempre, habrá un recuerdo que, inscrito con letras de oro, sea memoria eterna de que en aquella bendita alacena permaneció la Madre de Dios hasta que un día saliese al mundo para ser luz de la tierra y Perpetuo Socorro de los hombres.

                (Artículo publicado en el Boletín informativo de la Hermandad del Perdón Nº 68. Junio de 2001. 25 años de la llegada de la Virgen).



La Virgen del Perpetuo Socorro, entonces María Santísima de la Amargura, a finales de los años veinte del pasado siglo junto a los cofrades fundadores de la cofradía amargurista.


La Virgen del Perpetuo Socorro en sus primeros años como titular de la Hermandad de la Amargura.



8 de diciembre de 1975 la Virgen del Perpetuo Socorro es trasladada desde la entonces Colegial a la iglesia de Santa Ana, portaban las andas los cofrades de las Tres Caidas Antonio Gutiérrez, Manuel Jiménez, Juan Luis Corrales y Diego Romero.



martes, 7 de febrero de 2012

EL HOSPITAL DE LA CARIDAD



Días pasados tuve la oportunidad de visitar, por vez primera, el Salón de Plenos del Ayuntamiento jerezano. Un amplio espacio levantado entre 1687 y 1696, por los maestros Rodrigo de Pozo y Jerónimo Moreno, con el fin de que sirviera de capilla del desaparecido hospital de San Bartolomé, fundado por los hermanos de la Santa Caridad en 1684 y cuya construcción se extendió durante el siglo XVIII y parte del XIX.

Junto a la capilla se encuentra el antiguo edificio hospitalario a donde se trasladó el Ayuntamiento en 1840, uniéndose al noble edificio renacentista del llamado Cabildo Viejo existente desde el siglo XVI.  En el interior de la misma, a pesar de las distintas restauraciones, aún se conservan los vanos ciegos rematados con arcos de medio punto que albergaría los retablos y la cantería de la bóveda. En el lugar donde se situaba el presbiterio es al reservado actualmente para la corporación municipal. En los clavos de la puerta y en los herrajes de primitivos balcones se puede observar el corazón rematado con una cruz, emblema de la Santa Caridad.

La Hermandad de la Santa Caridad, a cuya expensa se levantó el edificio, una de tantas aportaciones como las Hermandades han realizado al patrimonio monumental de la ciudad, tenía como fin, además de atender a los enfermos e impedidos, cuando no existía ni Seguridad Social ni ningún tipo de atenciones hospitalarias por parte del poder público, el de dar albergue a los peregrinos que se encontraban sin techo para cobijarse, dar sepultura a los difuntos sin familia en un loable gesto de caridad cristiana, prestar asistencia a los ajusticiados cuando eran despreciados por la propia sociedad, además de mantener un comedor benéfico. Encomiable cometido de servicio a la ciudad que, desde hace cinco siglos y adaptándose a los tiempos, continúan aún las Hermandades.

Estando en el Salón  de Plenos municipal se me vino a la mente lo que podrían contarnos aquellas paredes de penalidades, de enfermedades del alma y del cuerpo, de peticiones y promesas, cuantos encontrarían entre aquellos muros un lugar apropiado para no pasar frio, cuantos serían atendidos por aquellos miembros de la Santa Caridad en sus tribulaciones y necesidades. La historia parece que está condenada a repetirse y otra vez el viejo hospital de la Santa Caridad se llena de personas que piden justicia en una sociedad que sigue haciendo pagar a unos los errores de otros, en la que siempre se perjudica el más débil, en la que para que unos vivan o hayan vivido muy bien otras tengan ahora que pasar necesidades.

En los balcones y los clavos de la puerta del Consistorio jerezano siguen esos corazones crucificados con su eterno mensaje de que aún tiene mucho que recorrer este mundo de hoy para que verdaderamente sea justo. Que la Santa Caridad no desapareció cuando aquellos hermanos, establecidos junto a la Puerta Real de la ciudad, dejaron de ejercer su noble misión y el edificio pasó a ser la casa de todos, el Ayuntamiento de la ciudad, sino que sigue siendo necesaria. Solo hay que ir estos días a la calle Consistorio y frente a los emblemas de la Santa Caridad, comprobar que no solo hace falta Templanza, Prudencia y Fortaleza para gobernar una ciudad, sino también Justicia, tal como representan, muy cerca de allí, esas cuatros figuras que coronan los renacentistas ventanales de la plaza de la Asunción, en la parte noble de las Casas Consistoriales. Esperemos que, entre todos, aquel viejo edificio, antiguo Hospital de la Caridad, deje de una vez su antigua misión caritativa para convertirse en un auténtico palacio de justicia. 

(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 5 de febrero de 2012 y al día siguiente en VIVA JEREZ) 

El antiguo Hospital de la Caridad, a principios del siglo XX, ya como Ayuntamiento de la ciudad.


Postal de mediados del siglo XX donde podemos ver en primer término la portada de la antigua capilla, hoy Salón de Plenos municipal.


La misma fachada en los años setenta del pasado siglo donde podemos ver la puerta de la vieja capilla convertida en un gran ventanal.

viernes, 3 de febrero de 2012

JUSTO Y NECESARIO

           

           DEDICADO A LOS COFRADES DE LA LASALIANA HERMANDAD DE LA ESTRELLA QUE HOY PRESENTAN EL PROGRAMA DE ACTOS CONMEMORATIVO DEL CINCUENTENARIO DE LA BENDICIÓN DE SU IMAGEN TITULAR.


El 26 de Febrero de 1878 llegan los Hermanos de La Salle a España, el 9 de octubre de 1882 se instalan en Jerez fundando la Escuela de San José, primero en la Plaza de Benavente y, posteriormente, en 1918, en el actual edificio de la Porvera. En 1889 se abre la Escuela del Sagrado Corazón, conocida como Mundo Nuevo por su ubicación. La Escuela del Buen Pastor fue fundada el 4 de octubre de 1919 en la calle Antona de Dios, sobre su solar se levantó en 1971 el actual Colegio La Salle-Buen Pastor, tras trasladarse aquí el Colegio La Salle que desde 1956 estaba instalado en la Alameda Cristina, concretamente en el viejo y elegante edificio que fue Hospital de la Candelaria de los Hermanos de San Juan de Dios y tras diversas trasformaciones pasó a desempeñar distintas funciones docentes, siendo, lamentablemente, derribado para levantar el neobarroco edificio del antiguo Banco de Jerez, hoy Hotel.

En aquel edificio de Cristina pasé mis primeros años escolares, formando filas entre los arcos y columnas de mármol del viejo Hospital, iniciando las clases entre cantos patrióticos, con unas aulas de grandes ventanales quedaban a la calle San Juan de Dios, pupitres de madera y cuadros con las personalidades de la época.

Allí estaban por orden de clases y en el patio, en párvulos don Gervasio, en primera don Manuel Diosdado, en segunda don Pedro Aníbal, en tercero A el Hermano Ricardo Gil, en tercero don Camilo de Caso; arriba, en ingreso don Manuel de Caso y don Manuel Pareja, y luego el Bachiller con sus seis niveles.

Era director el Hermano Juan, aquel que nos regalaba bolitas de anís, como improvisado Rey Mago, encargado de librería el Hermano Julián y prefecto el Hermano Martín sustituyendo al Hermano Enrique.

Este era el mundo escolar de los niños pequeños de La Salle de Cristina, con sus excursiones al campo del Polígono, los equipos del Alcázar de Toledo y Santa María de la Cabeza del Hermano Ricardo y el regaliz siempre como premio.

Aquel viejo colegio pasó al nuevo edificio del barrio de San Pedro, cambiaron las instalaciones, cambió el sistema educativo y cambiaron los directores, al Hermano Juan le sustituyó el Hermano Roberto, a este el Hermano Eduardo y llegó el Hermano Justo a la dirección del colegio La Salle, con una sabiduría admirable, con una educación exquisita y hasta con un porte qué más quisieran para ellos los que presumen de nobleza. Este director que, muy acertadamente, como todo lo que surge del ingenio de los alumnos, recibió el apelativo de "petete" pues era un libro abierto. Fue para muchos de los niños y jóvenes que lo tuvimos por profesor un ejemplo para el mañana.

El Hermano Justo Ortiz, fue de esos hombres que uno pone de modelo para cuando se alcance la madurez, por su inteligencia, por sus principios, por su exquisita educación y por su atractiva personalidad en consonancia con el carisma lasaliano, al que tanto debe Jerez.

El hermano Justo, verdaderamente hacía honor a su nombre porque era justo para su vocación, justo para la dirección y, principalmente, era la persona justa para recibir la formación en valores y para el trato afable y cordial.

Al llegar la noticia de su fallecimiento vaya este recuerdo, para quien fue mi director en la escuela y director para muchas cosas más.

En el mundo en que vivimos, seguir su ejemplo es, como menos, justo y, sobre todo, necesario.
(Artículo publicado en Información Jerez el 25 de marzo de 2006 con motivo del fallecimiento del Hermano Justo Ortíz Saez, director que fuese del colegio La Salle- Buen Pastor de Jerez.)

Entrada principal del desaparecido Colegio La Salle de la Alameda Cristina. En su lugar se alza hoy el edificio que acoge al Hotel Trip .



En el año 1960 al colegio se amplia con otro señorial edificio (redondeado en la foto). Una noble edificación de estilo neoclásico, de fachada de cantería con pilastras y frontones también tristemente desaparecido.


El Hermano Ricardo con sus alumnos en el patio del colegio