lunes, 12 de marzo de 2012

IGNACIO

        

            DEDICADO A LOS COFRADES DE MI HERMANDAD DE LORETO QUE MAÑANA INICIAN SUS CULTOS CUARESMALES.

Todos los que frecuentábamos la Hermandad siempre le habíamos visto allí. Ignacio era un cofrade clásico, de los de antes, cofrade que situaba a la corporación por encima de todo. Había sido su fundador, su artífice y su impulsor en los momentos difíciles. Ignacio €era el prototipo de mayordomo, casi de mayordomo inglés, siempre impecablemente vestido, siempre a la altura de las circunstancias, siempre comportándose como un auténtico caballero. Ignacio era paladín de las formas  antiguas, sus centros de flores, sus altares de culto, sus besamanos, en todo seguía los modos de antaño. De él aprendí a doblar los mantos sin que se arrugaran y a colocar los cirios sin que se doblen.

Ignacio era paradigma de oficial de junta de gobierno, nunca lo  vi sin chaqueta, a pesar de que no descansaba ni un momento, buscaba su equipo y lo dirigía con gran inteligencia y espíritu fraternal. Un día, hablando con un cofrade veterano, me dijo que en las hermandades siempre debe de haber alguien que haga las cosas y alguien que diga cómo se hacen. Lo malo es cuando se invierten las funciones. El respeto y la sabiduría se ganan con el tiempo.

Ignacio no sólo se ganó el respeto de todos sino, también, fue un cofrade entregado en cuerpo y alma a sus hermandades. Hizo de la cofradía un incentivo de vida y una consagración como verdadero camino para llegar a Dios.

Aquel mayordomo ejemplar vistió hasta el último momento su túnica nazarena, recibió la insignia de oro de la corporación e ingresó en esa cama del hospital que le llevó a la eternidad justamente un Sábado Santo, cuando las flores de la Cruz aún no se habían marchitado, la cera seguía calentando el interior luminario de las tulipas y la túnica permanecía recostada en un rincón de su casa en la espera de una primavera eterna donde tantos cofrades disfrutan ya de la presencia de Cristo. Ignacio era un cofrade con mayúscula.

 (Artículo publicado en el suplemento "Cofrade" de Información Jerez el 22 de febrero de 1999)


Año 1984, Ignacio Rodríguez Leonardo, fundador de la Hermandad de Loreto y de otras cofradías jerezanas, junto al escudo de la corporación.

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