martes, 22 de mayo de 2012

EL SALVADOR DE LOS CLAUSTROS


El pasado miércoles tuve la oportunidad de participar en la primera de las visitas guiadas, organizadas por el Ayuntamiento, a los remozados claustros de Santo Domingo. Llama la atención el importante trabajo de restauración, en algunos casos hasta de reconstrucción, acometido durante los doce años que han durado las obras, ofreciendo en la actualidad un aspecto inmejorable digno de admiración.
Conocí los claustros dominicos en aquellas procesiones con el Santísimo que mensualmente organizaban los frailes y que, por gentileza de la familia Díez, entonces sus propietarios, discurrían por sus góticas naves entre cantos eucarísticos. Siempre me llamó la atención la monumentalidad de estos claustros y la trabajada tracería de sus arcos apuntados, sintiendo cierta extrañeza de que tanta belleza y grandiosidad estuviese en manos privadas y no en las de sus artífices los padres dominicos, con el tiempo me enteré que estos claustros fueron usurpados a la Orden de los Predicadores por la ley de desamortización del ministro Mendizábal y que gracias a D. Sálvador Díez y Pérez de Muñoz, que los compró y restauró, habían perdurado en el tiempo.
Salvador Díez (1858-1939), nació y murió en Jerez. Fue un ilustre jerezano y un industrial bodeguero, que destacó por su compromiso con el patrimonio cultural de la ciudad. En 1875 fundó las Bodegas Díez-Hermanos, y en 1908 compró y restauró los claustros de Santo Domingo. En 1926 compró el Alcázar, salvándolo de un derribo más que probable. Lo hizo tras conocer los planes del Ayuntamiento de derribar el recinto, argumentando su estado ruinoso para construir en su solar un parque público.
Esta importante labor en pro del patrimonio monumental de la ciudad llevó, el pasado año, a nuestro Ayuntamiento, a rendir público reconocimiento a la figura de D. Sálvador Díez, el auténtico “salvador” del Alcázar y de los claustros dominicos. Con motivo de este homenaje, se realizó una recepción en una de las estancias más destacadas del Palacio de Villavicencio, el Salón Salvador Díez, una sala noble que, por su belleza y su ubicación, acoge la mayoría de los actos que se realizan en el Alcázar, así como exposiciones y conciertos destacados. A partir del momento en que, ambos monumentos, pasaron de propiedad privada a municipal, el Ayuntamiento, en diferentes fases, ha consolidado los dos conjuntos a lo largo de varias décadas. Unas importantes actuaciones que aún quedan por rematar en algunos aspectos tanto en los claustros de Santo Domingo como en el Alcázar.
        Por eso el pasado miércoles cuando visité el recinto eché en falta una placa que existía junto a la puerta que conectaba con la iglesia y que, si mal no recuerdo, venía a reconocer la importante labor realizada por D. Salvador Díez en un recinto que, de no haber sido así, hoy como tantos derribos acaecidos en su época, sería solo un recuerdo. Pregunté y me dijeron que es probable que la placa esté depositada, junto a otros muchos elementos encontrados o pertenecientes a este lugar, en el Museo Arqueológico.
Sería de justicia histórica y ejemplo para generaciones venideras que, al igual que se ha hecho en el Alcázar, el reconocimiento a D. Salvador Díez y Pérez de Muñoz se perpetuara en los Claustros de Santo Domingo. Con ello, se honraría la memoria del “salvador” de esta joya que ahora tanto se valora.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 20 de mayo y ayer en VIVA JEREZ).
D: Salvador Díez y Pérez de Muñoz


Aspecto que presentaba el refectorio de los claustros dominicos cuando lo adquirió D. Salvador Díez.


El antiguo dormitorio de los frailes en la misma fecha.

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