martes, 15 de mayo de 2012

VENDIENDO UNA COSA QUE NO VALE TRES



          Lo dejó escrito para la eternidad el inmortal José María Pemán: “Lo de menos, quizás, es la venta. Lo de más, es la gracia, el aqué, y el hacer que no vuelvo y volvé, y el darle al negocio su sal y pimienta....como debe sé. Negocio y poesía: ¡Feria de Jerez! ¡Rumbo y elegancia de esta raza vieja que gasta diez duros en vino y almejas vendiendo una cosa que no vale tres!
Lo volví a escuchar hace unos días en una entrevista radiofónica: “La Feria no puede anteponer el negocio a la fiesta, no puede basarse solamente en ganar dinero”. Aunque la Feria de Jerez nació como un negocio pues su origen está en la compra-venta de ganado, no es la venta el fundamento de la misma sino la fiesta posterior una vez cerrado el trato. Cuando el negocio llegaba a buen término, en improvisados tenderetes o casetas, se compartía comida, bebida y baile, una fiesta que se fue asentando hasta convertirse en nuestra universal Feria. Pero como escribe Pemán, con el tiempo, ya lo de menos era la venta, lo de más, la gracia, el darle al negocio sus sal y pimienta, la fiesta en sí.
Acaba la Feria y vuelven a repetirse los comentarios de los últimos años. En la de Sevilla la han bautizado como la “Feria del Té” porque muchos llegaban después de comer, e incluso hubo caseteros que decían que había sido la feria de una, tortilla para sesenta tenedores, consecuencia lógica de la crisis actual que estamos padeciendo. Se viene hablando de la vuelta a la Feria de las fiambreras, cuando nuestras madres preparaban los bolsos de rafias cargados de comida para poder comer en la Feria. Se dejaban en alguna caseta de confianza y allí, cual día de campo y tras un primer paseo, se almorzaba mientras se pedían las medias botellas para que el casetero ganara dinero. Era la sal y pimienta de una fiesta adaptada a la economía de la época.
Recientemente en un foro un jerezano le ha recomendado a un amigo, que pensaba pasarse estos días por Jerez, lo siguiente: “Quienes somos de aquí no comemos en la Feria, allí simplemente se tapea, a la hora de almorzar o cenar salimos fuera. No es sólo cuestión de precio es que para comerte una tortilla congelada por 6 euros o una ración con 5 pimientos fritos por 8 es preferible sentarse en alguna venta o restaurante cercano donde el menú no pasa de 7 euros. En caso de duda, es fácil saber qué casetas son recomendables y cuáles no. Si está vacía es por algo. Es mi Feria, la que más conozco y en la que me hallo a gusto. Se diferencia de otras en que todas las casetas son de acceso libre y gratuito. El inconveniente de esta medida es que los feriantes, pretendiendo ganar el máximo a una semana de jarana, suben precios y bajan calidad excesivamente. Al final matarán a la gallina de los huevos de oro, pero mientras tanto que me quiten lo bailao”. Un comentario que es compartido por muchos jerezanos.
Acaba la Feria de Jerez y otra vez resuenan los versos Pemán mientras se hace balance:“Pasó el rebullicio, pasó la alegría...Así son las cosas de esta Andalucía: la forma brillante y el fondo vacío; para poco cante, muy largo el jipío. A menos negocio, mayor fantasía, así son las cosas de esta Andalucía: más sal que sustancia... ¡Feria de Jerez! ¡Rumbo y elegancia de esta raza vieja que gasta diez duros en vino y almejas vendiendo una cosa que no vale tres!

 (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 13 de mayo de 2012 y ayer en VIVA JEREZ)




Improvisada fiesta en la antigua feria de ganado jerezana

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